¿SABIOS O NECIOS?
“Las personas necias afirman que no hay Dios. Están corrompidas, sus obras son detestables; ¡no hay un solo individuo que haga lo bueno!” (Salmos 14:1 NBV).
La Biblia no se refiere a los ateos en términos muy amables. En la
mayoría de las versiones se les llama necios;
En la Jubilee Bible 2000 (JBS) se les
considera locos y en la Palabra de Dios para Todos (PDT), insensatos. Es curioso que, en algunos
círculos académicos algunos filósofos o científicos añadan a su currículo el
adjetivo agnóstico o ateo para darse caché o revestirse de un
halo de sabiduría, cuando la Biblia hace todo lo contrario.
El pasado 14 de marzo se cumplió un año del fallecimiento del astrofísico
británico, Stephen Hawking, considerado como uno de los científicos más
brillantes de su generación. Su último libro “Respuestas breves a la gran pregunta” presenta respuestas a las
preguntas que más le hicieron durante su tiempo en la tierra; éste fue acabado
por su familia y publicado en octubre de 2018 por la Editorial John Murray.
En su libro, Stephen Hawking, declara enfáticamente: “No hay Dios. Nadie dirige el universo.
Durante siglos se creía que las personas discapacitadas (esclerosis lateral
amiotrófica, ELA) como yo vivían bajo una maldición que fue infligida por Dios.
Prefiero pensar que todo se puede explicar de otra manera, por las leyes de la
naturaleza”. Es decir, se fue de este mundo sin reconocer el poder de Dios
en la creación y sin conocer su gracia manifestada en la cruz del calvario.
¿Cómo es que personas con mentes extraordinarias pueden ser tan ciegos para
no ver la gloria de Dios en cada partícula de la creación: una célula, una gota,
un huevo, un hombre, una galaxia, etc.? Otro ejemplo es Peter Atkins, un químico
inglés y profesor de la Universidad de Oxford hasta su retiro en 2007, en sus
debates públicos televisados, no puede esconder su animadversión visceral contra
Dios, contra la Biblia y contra la historia de la resurrección corporal de su
Hijo Jesucristo.
Cuánta razón tenía el apóstol Pablo al advertirnos que: “El conocimiento
envanece, pero el amor edifica” (1 Corintios 8:1). Estos sabiondos y sesudos tienen
llenas sus paredes de títulos y sus estanterías de libros, pero tienen vacío
sus corazones del temor de Dios, que es el principio de la sabiduría. Han
decidido creer en el milagro del nacimiento natural del universo, en vez de
creer en el milagro del nacimiento virginal de Jesucristo. El mundo los llama
sabios, pero la Biblia los llama necios. Jesús nunca felicitó a nadie por su
inteligencia, pero sí lo hizo con varios por su fe.
-Carlos H. Suárez
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Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Marzo 17, 2019
Deuteronomio 13-15
Marcos 16
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