UNA TRAVESÍA INOLVIDABLE
UNA TRAVESÍA INOLVIDABLE
«Esta es la ruta que los israelitas siguieron cuando salieron de Egipto bajo el liderazgo de Moisés y Aarón. Por orden del Señor, Moisés guardó un registro escrito del avance. Estas son las etapas de la marcha, identificadas por los diferentes lugares donde se detuvieron en la ruta» (Nm 33:1-2 NTV).
La travesía del pueblo de Israel, desde la ciudad de Ramsés en Egipto hasta la ribera oriental del río Jordán, fue liderada por Moisés y Aarón y duró aproximadamente cuarenta años. Durante este tiempo, Israel realizó un total de cuarenta y dos estaciones en su camino hacia la Tierra Prometida. Estas estaciones, detalladas en Números 33:1-49, marcan los lugares donde el pueblo acampó y descansó durante su peregrinación por el desierto.
A lo largo de este arduo recorrido, la presencia de Dios los acompañó fielmente en forma de una columna de nube durante el día y una columna de fuego durante la noche. Dios suplió todas sus necesidades, proveyéndoles leyes para guiar su vida en comunidad, jueces para impartir justicia, fiestas espirituales para fortalecer su fe, rituales de purificación para mantener su santidad y, además, recursos esenciales como sombra para el calor abrasador, abrigo para las noches frías, comida, agua y luz. Incluso cuidó de su vestimenta y calzado, evitando que se desgastaran durante cuatro décadas en el desierto. Su fidelidad fue constante, aunque el pueblo, en muchas ocasiones, respondió con incredulidad y rebeldía.
La última de las diez plagas que azotaron Egipto fue la muerte de los primogénitos. Durante aquella fatídica noche, el ángel de la muerte pasó por la nación egipcia y mató a todos los primogénitos, desde el hijo del faraón hasta los de los esclavos, sin dejar fuera a los primogénitos de los animales. Sin embargo, los israelitas, que habían seguido la instrucción divina de marcar los dinteles de sus puertas con la sangre de un cordero, fueron protegidos. Así, en la madrugada del día quince del mes de Nisán (marzo/abril), mientras Egipto lloraba y enterraba a sus muertos, los israelitas salieron triunfantes, iniciando su viaje hacia la libertad. Con este acto de juicio y poder, el Señor humilló a los dioses de Egipto y demostró que solo Él es el verdadero Dios.
En el transcurso de la travesía, Miriam, la ñhermana mayor de Moisés, murió y fue sepultada en Cades-barnea, una región situada en el desierto del Negev, al sur de Canaán. Entre su fallecimiento y el de su hermano Aarón, el Sumo Sacerdote, transcurrió aproximadamente un año. Miriam murió en el primer mes del cuadragésimo año después del éxodo (Nm 20:1), mientras que Aarón falleció en el quinto mes del mismo año (Nm 33:38). Tras su muerte, su hijo Eleazar asumió el liderazgo sacerdotal, asegurando la continuidad del ministerio ante Dios. Finalmente, Dios guió al pueblo hasta la Tierra Prometida, una región verdaderamente fértil, con abundante agua, un clima propicio para la agricultura y suelos adecuados para el cultivo, cumpliendo así su promesa de llevarlos a una tierra "donde fluye leche y miel".
Los planes de Dios para ti son tan extraordinarios como los que tuvo para Israel. Así como los liberó de la esclavitud de Egipto, Él desea liberarte de todo aquello que te oprime y te impide vivir en plenitud. No fuiste creado para una vida de derrota y amargura, sino para cumplir propósitos magníficos. Dios te ha dotado de talentos extraordinarios que debes usar para su honra y gloria. Es posible que, al igual que los israelitas, atravieses desiertos difíciles en tu vida: momentos de prueba, incertidumbre o dolor. Sin embargo, Dios promete estar contigo en cada paso del camino, guiándote con su presencia y fortaleciéndote en la adversidad. No temas ni dudes; aunque el camino no sea fácil, Dios ha asegurado tu destino. Su fidelidad es eterna, y su amor por ti es inquebrantable. ¡Confía en Él y avanza con fe!
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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