JESÚS ES SEÑOR, NO UN PAYASO
JESÚS ES SEÑOR, NO UN PAYASO
«Al ver a Jesús, Herodes se puso muy contento, porque durante mucho tiempo había querido verlo, pues había oído hablar de él y esperaba verlo hacer algún milagro. Le hizo muchas preguntas, pero Jesús no le contestó nada» (Lc 23:8-9 DHH).
Herodes Antipas fue un personaje destacado en los tiempos de Jesús. Su padre, Herodes el Grande, lo convirtió en tetrarca de las regiones de Perea y Galilea, gracias a la influencia de Roma. Este hombre perverso y licencioso fue el asesino de Juan el Bautista, ya que el profeta lo acusaba de vivir en adulterio con Herodías, la esposa de su hermano, Herodes Filipo. El juicio de Jesús de Nazaret, llevado a cabo por Poncio Pilato, el prefecto romano en la provincia de Judea, coincidió con la estadía de Herodes en Jerusalén, lo cual sirvió de ocasión para que Pilato y Herodes se reconciliaran.
Al parecer, Herodes había oído hablar de Jesús de Nazaret y deseaba conocerlo personalmente, no por una necesidad espiritual genuina, sino por mera curiosidad, pues solo quería ver a Jesús realizar algún milagro. Jesús, cuya misión principal era discipular a los doce, «no dio lo sagrado a los perros ni echó sus perlas a los cerdos» (Mt 7:6). Sabia y prudentemente, Jesús guardó silencio. El libro de Proverbios aconseja: «Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él» (Pr 26:4).
En el Salmo 51:17 leemos: «Al corazón contrito y humillado, Dios nunca lo desprecia». Aquí, un corazón contrito significa reconocer que somos pecadores y estamos quebrantados por nuestra condición espiritual. Dios jamás rechaza a una persona así, pues se acerca a Él humildemente, con el deseo de ver su rostro y escuchar su Palabra. Sin embargo, Herodes, en vez de ver en Jesús a Emanuel —Dios con nosotros—, lo percibió como un simple bufón que podría entretenerlo.
Muchos "Herodes" modernos se acercan a Jesús con las mismas actitudes equivocadas y terminan decepcionados, porque Jesús también guarda silencio ante sus preguntas insensatas. Te aseguro que, si crees en Él, serás salvo; si te acercas a Él, Él también se acercará a ti. Si lo reconoces en todos tus caminos, tus pies jamás tropezarán.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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