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UN PERFECTO DISCÍPULO IMPERFECTO

UN PERFECTO DISCÍPULO IMPERFECTO

«Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo. Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos» (Lc 22:31-32 NVI).

C. S. Lewis, el célebre apologista cristiano del siglo pasado, dijo: «En lo que se refiere a los demonios, la raza humana puede caer en dos errores iguales y opuestos. Uno consiste en no creer en su existencia. El otro, en creer en ellos y sentir un interés excesivo y malsano. Los demonios se sienten igualmente halagados por ambos errores y acogen con idéntico entusiasmo a un materialista que a un hechicero».

En los versículos que hoy nos corresponde reflexionar, encontramos un par de puntos muy interesantes. Primero, observamos que Satanás, aunque es una criatura poderosa, no nos sacude sin el permiso expreso de Dios. Como se ha mencionado antes, Satanás es un ser real y maligno que busca la destrucción del ser humano. Sin embargo, Pedro era propiedad privada de Dios, y Satanás no podía zarandearlo ni un poco sin la autorización de su Adonay.

En segundo lugar, vemos que el creyente Pedro no estaba solo en su lucha espiritual contra Satanás, pues Jesús mismo intercedió por él y por cada uno de sus hermanos menores, no sólo para que no caigan en pecado, sino para que su fe no flaquee al momento de levantarse. El pecado de Pedro fue vergonzoso y le costó muchas lágrimas de arrepentimiento; pero, gracias a la oración de Cristo, él regresó contrito y humillado, y se dedicó a fortalecer la fe de sus hermanos hasta el día de su muerte.

Finalmente, quiero que sepas que Dios te ama y que tu vida está en sus manos. Satanás es un enemigo feroz y mentiroso, pero Dios no te dejará solo ni un instante ni te desamparará jamás. Si te has apartado de Él, dejando de orar, de leer su Palabra y de congregarte, y si lo has negado con tus palabras, como lo hizo Pedro, vuelve ahora mismo a casa, al tierno abrazo de tu Padre celestial que te anhela. Él perdonará todos tus pecados, sanará todas tus heridas, te dará vestiduras nuevas y restaurará todos tus privilegios. ¡Hoy es el día de salvación!

—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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