LAS LLAMAS ETERNAS
LAS LLAMAS ETERNAS
«A ustedes, mis amigos, les digo que no teman a los que matan el cuerpo, pero después no pueden hacer más. Les voy a enseñar más bien a quién deben temer: teman al que, después de dar muerte, tiene poder para echarlos al infierno. Sí, les aseguro que a él deben temerle» (Lc 12:4-5 NVI).
Quiero comenzar esta reflexión haciéndote dos preguntas: ¿temes a Dios? ¿Temes ir al infierno? Si tus respuestas han sido negativas, te aconsejo que lo reconsideres. No en vano, Jesús enseñó al pueblo que deben temer a Dios, ya que Él es el único que puede matar el cuerpo físico del ser humano y luego condenarlo al infierno ardiente por la eternidad. La vida del ser humano tiene un principio, pero no un final. Después de esta vida presente le espera el cielo o el infierno. No hay un tercer destino neutral. Quien temió a Dios y creyó en Jesús será salvo. Quien no temió a Dios y rehusó creer en Jesús será condenado. Tal vez esta noticia prominente no te parezca atractiva, pero es verdadera, importante y urgente.
Jesús enseñó que Dios es real, y el infierno también. Dios creó el infierno y sabe lo terrible que es: un lago que arde eternamente con fuego y azufre. Dios preparó el infierno para el diablo y sus ángeles, contrario a la creencia popular de que Dios es el rey del cielo y el diablo el rey del infierno. No es así; el diablo y sus demonios están destinados al infierno, y los impíos e incrédulos serán condenados allí también. Los condenados al infierno no sufren de amnesia ni de Alzheimer; tienen plena conciencia y memoria de todos sus pensamientos, palabras y acciones pecaminosas de su vida terrenal, lo que hará que rechinen sus dientes y sean atormentados por sus remordimientos.
Piénsalo bien: si el infierno no existiera o si no fuera tan terrible como lo describe la Escritura, ¿por qué habría venido Cristo, a sufrir lo indecible en este mundo y a terminar su vida en la cruz, para salvarnos de una condenación en un infierno "suave"? No subestimes ni menosprecies la gracia de Dios. Él te ama y no quiere que pases la eternidad en el infierno; por eso ha puesto este mensaje frente a tus ojos, para que te detengas un momento, reflexiones en las buenas noticias de salvación y creas en Jesús para ser salvo, no solo de esta perversa generación, sino también de las llamas del infierno. Recuerda que hoy es el día de salvación; mañana puede ser demasiado tarde.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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