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EL TIERNO ABRAZO DEL PADRE

EL TIERNO ABRAZO DEL PADRE


«Aconteció en aquellos días que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. Luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: "Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo complacencia"» (Mr 1:9-11 RV95).

Jesús trabajaba en su taller en Nazaret para mantener a su madre y a sus hermanos, cuando de repente se enteró de que su primo Juan estaba predicando en el desierto y bautizando en el río Jordán. Comprendió que había llegado el momento oportuno para iniciar su ministerio público. Así que recogió sus herramientas, las guardó en el armario, cerró el taller, besó a su madre, se despidió de su familia y se dirigió directamente al Jordán. Aunque no tenía pecados que confesar ni de qué arrepentirse, se colocó humildemente en la fila junto a las personas que esperaban su turno para ser bautizadas. Tal vez una prostituta delante de él y un publicano detrás, bajo el sol abrasador del desierto de Judea, Jesús de Nazaret aguardaba su kairós, su momento con Dios.

Cumpliendo así con toda la justicia de Dios y de los hombres, fue sumergido en las aguas del Jordán por Juan el Bautista, simbolizando de esta manera su futura muerte en la cruz del Calvario, donde sería sumergido en el juicio de Dios por los pecados del mundo entero. El Padre, con el corazón lleno de gozo por la actitud de su Hijo, lo afirmó ese día delante del pueblo: 1) enviando su Espíritu en forma de paloma, la cual se posó sobre él, y 2) proclamando en voz alta que Él era su Hijo amado, en quien tenía plena complacencia.

Increíblemente, sin haber predicado aún un solo sermón ni realizado ningún milagro, el Padre lo abrazó públicamente ese día, mostrando su gran admiración y total aceptación. Esta manifestación de amor impulsó a Jesús a lanzarse sin reservas al ministerio de la predicación del reino de Dios, sirviendo a su Padre con plena libertad y ministrando a la gente con total confianza, seguro del amor incondicional de su Padre.

La noticia prominente para hoy es que Dios te ama incondicionalmente desde antes de la fundación del mundo y desea que lo sepas. Él ha puesto este mensaje delante de tus ojos para que creas en Él y te acerques a Él lo más pronto posible. Dios anhela abrazarte hoy mismo y mostrarte las maravillas que ha preparado para tu futuro. Por lo tanto, no demores tu conversión ni un minuto más: arrepiéntete de tus pecados, confiesa a Jesús como tu Salvador y disfruta de una eternidad gloriosa junto a nuestro Padre celestial.

—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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