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DOS MONEDITAS DE COBRE

DOS MONEDITAS DE COBRE

«En esto llegó una viuda pobre, y echó en uno de los cofres dos moneditas de cobre, de muy poco valor. Entonces Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: —Les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos los otros que echan dinero en los cofres; pues todos dan de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir» (Mr 12:42-44 DHH).

Me gustaría presentar siete puntos clave de los versículos que estudiaremos hoy:

1. Esta mujer dio su ofrenda a Dios. Aunque los líderes del Templo eran corruptos y los mercaderes malvados, habiendo convertido la Casa de Oración para todas las naciones en una cueva de ladrones, ella ofreció su donación con libertad, dedicándola a Dios. Recuerden que nuestras ofrendas están consagradas a Dios, no a la iglesia ni a sus líderes.

2. Su ofrenda fue un acto de adoración. La verdadera adoración implica un sacrificio personal. Al igual que Abraham, quien adoró a Dios al ofrecer a su hijo en sacrificio, o como Job, quien lo hizo aun después de haberlo perdido todo, esta mujer expresó su adoración al ofrendar.

3. Ella ofrendó más que todos. Aunque la cantidad que dio era mínima (en Guatemala, equivaldría a unos dos panitos de manteca o tres tortillitas), lo importante no es la cantidad, sino el porcentaje de los ingresos. Mientras que otros daban de lo que les sobraba, ella entregó todo lo que tenía. Recuerden que la ofrenda mínima es el 10%, pero no hay límite para dar incluso el 100%.

4. Depositó su ofrenda en secreto. No sabía que Jesús la observaba detenidamente, prestando atención a su actitud y al monto que colocaba en el cofre. Jesús nos enseñó a dar de manera anónima, sin que la mano izquierda sepa lo que hace la derecha.

5. Su ofrenda fue voluntaria. No dio presionada ni en respuesta a un llamado de algún tele-evangelista, sino por amor y gratitud a Dios. Recuerden que Dios ama al dador alegre.

6. Ofrendó según su capacidad. Las viudas han sido históricamente un grupo vulnerable, propenso a la pobreza por la falta de apoyo. A pesar de su escasez, esta mujer no quiso acudir al Templo con las manos vacías. Recuerden que nadie es tan pobre que no tenga dos moneditas de cobre para ofrecer al Señor.

7. Jesús exaltó su corazón y su ofrenda. Él ha usado su ejemplo para inspirar a millones de creyentes a dar generosamente. Les aseguro que esta mujer no murió de hambre, porque nadie que honre al Señor será deshonrado por Él. Recuerden que es más bienaventurado dar que recibir.

La noticia prominente es: Dios te ama tanto, que dio a su Hijo Jesucristo para que creas en Él y tengas vida eterna. Por lo tanto, si Jesús es Dios y murió por ti, tú también debes ofrendar con generosidad, no con tristeza ni por interés egoísta, sino por amor y gratitud al Señor.

—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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