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UN CORAZÓN TIERNO Y RECEPTIVO

UN CORAZÓN TIERNO Y RECEPTIVO

«Los rociaré con agua pura, y quedarán purificados. Los limpiaré de todas sus impurezas e idolatrías. Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne. Infundiré mi Espíritu en ustedes, y haré que sigan mis preceptos y obedezcan mis leyes» (Ez 36:25-27 NVI).

El perdón es una maravillosa idea concebida por Dios, y es lo que siempre ha hecho con su pueblo y lo hará una vez más en el futuro. Cuando Dios adoptó a su pueblo en el monte Sinaí, sabía que era un pueblo terco, incrédulo, ingrato, idólatra, insensible y rebelde, y ciertamente, no lo defraudó en esas características. Sin embargo, Dios nunca ha renunciado ni renunciará a la idea de verlo «tierno y receptivo», transformado por el Espíritu Santo.

En un futuro no muy lejano, Israel será finalmente liberado de ese corazón obstinado y duro como una piedra que lo ha hecho merecedor de severas disciplinas divinas a lo largo de su historia. Con mucha razón, John White dijo: «No hay nada que libere tanto a una persona [o a un pueblo] del control del pecado como el descubrimiento embriagador de que ha sido libremente aceptado y perdonado [por Dios]».

El mismo Espíritu Santo, el magnífico 'escultor' divino que hizo un trabajo extraordinario al moldear a la perfección el carácter manso, obediente y humilde de nuestro Señor Jesucristo, hará que el corazón de los israelitas siga fielmente los preceptos del Señor y obedezca minuciosamente sus leyes. Paul David Tripp escribió: «Debes comprometerte a obedecer a Dios, no como un pago por tu pecado, sino como una celebración del pago que ya se hizo».

Cirilo de Jerusalén dijo una vez: «Tus ofensas acumuladas no sobrepasan la multitud de las misericordias de Dios; tus heridas no sobrepasan la pericia del Médico de los médicos». Dios ha perdonado a su pueblo Israel y ha echado al fondo del océano todas sus maldades; también ha sanado todas sus heridas. Por lo tanto, el futuro pinta muy bien para Israel y para todos los que hemos sido injertados en el olivo por la fe en nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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