TÚ ERES SU TEMPLO
TÚ ERES SU TEMPLO
«De pronto, la gloria del Dios de Israel apareció desde el oriente. El sonido de su venida era como el rugir de aguas torrentosas y todo el paisaje resplandeció con su gloria. Esta visión fue igual a las otras que yo había tenido, primero junto al río Quebar y después cuando el Señor vino a destruir Jerusalén. Caí con el rostro a tierra y la gloria del Señor entró al templo por la puerta oriental» (Ez 43:2-4 NTV).
El célebre apologista irlandés C. S. Lewis dijo una vez: «Un hombre no puede reducir la gloria de Dios al negarse a adorarlo, lo mismo que un lunático no puede apagar el sol al escribir la palabra “oscuridad” en las paredes de su celda». Dios es el poeta perfecto; la vida y la historia son su poesía, y debemos permitirle que escriba sus versos conforme a su propia métrica. Dios disciplinó a su pueblo con severidad, pero, con gran misericordia, no ha desechado por completo a Israel; aún está en el centro de su corazón y de sus planes.
A pesar de que su pueblo le ha fallado incontables veces, Yahweh no se avergüenza de llamarse a sí mismo «Dios de Israel». La gracia de Dios es inagotable; ninguno de nuestros pecados es lo suficientemente poderoso como para apagar su amor. Dios es omnipresente y su gloria llena todo el universo, pero ha decidido manifestarse de manera especial en el templo, justo en medio de su pueblo amado. Antes de la destrucción de Jerusalén, salió del templo por la puerta oriental, y en un futuro próximo volverá a entrar por esa misma puerta.
La presencia visible de Dios se ha manifestado a su pueblo en diversas ocasiones y lugares. Por ejemplo, tres meses después de haber salido de Egipto, la gloria del Señor descendió sobre el monte Sinaí y la nube cubrió el monte (Éxodo 24:16). Durante su travesía por el desierto, la gloria de Jehová, en forma de nube, también cubrió el Tabernáculo de reunión (Éxodo 40:34). Y cuando Salomón consagró el templo de Jerusalén, una densa nube llenó todo el templo del Señor (2 Crónicas 5:13). Así que, la presencia de Dios está estrechamente vinculada con el templo, el lugar donde el Señor establecía su trono en medio de su pueblo, y donde el cielo y la tierra se unían.
El tamaño de tu Dios es inversamente proporcional al tamaño de tu lista de preocupaciones. Cuanto más larga es tu lista, más pequeño es tu Dios. Moisés dijo: «Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice?» (Números 23:19). Los reyes de este mundo perecen junto con sus planes y promesas, pero la palabra de Dios permanece para siempre. Hoy en día, Dios ha prometido habitar en el corazón de todo aquel que cree en su Hijo Jesucristo; por lo tanto, ya no necesitas viajar a Jerusalén para adorar y presentar tus ofrendas. Dios está en ti y te acompañará todos los días de tu vida.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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