PROMESA INIGUALABLE
PROMESA INIGUALABLE
«Después de estas cosas derramaré mi espíritu sobre toda la humanidad: los hijos e hijas de ustedes profetizarán, los viejos tendrán sueños y los jóvenes visiones» (Jl 2:28 DHH).
El profeta Joel es uno de los doce profetas menores del Antiguo Testamento. El significado de su nombre es realmente maravilloso: «Yahweh es Dios». Se cree que Joel era originario de Judá y que su ministerio tuvo lugar en Jerusalén, debido a sus referencias a estos lugares, al templo y al culto.
Los profetas, tanto los que ministraron en Israel como en Judá, predicaron esencialmente el mismo mensaje: amar a Dios sobre todas las cosas, ser fieles al pacto que hicieron con el Señor en el Sinaí, apartarse de los ídolos y de sus cultos abominables, practicar la justicia y abandonar la violencia, o el Señor los enviaría al exilio. Ninguno de los dos reinos hermanos escuchó, por lo que Dios desterró a Israel a Asiria y a Judá a Babilonia.
Ahora bien, ¿por qué Dios insiste en tratar con un pueblo idólatra y rebelde, con una humanidad incrédula y perversa, prometiendo derramar su Espíritu? ¡Porque Dios es así, siempre ama hasta el final! Esta admirable promesa se cumplió inicialmente en Pentecostés, y ha seguido cumpliéndose día a día durante los últimos dos milenios. Es decir, cada vez que un pecador se arrepiente y cree en Jesús, es sellado con el Espíritu Santo, cumpliendo la profecía de Joel.
La noticia prominente de hoy es: Dios te ama inmensamente y desea derramar su Espíritu sobre ti, si tan solo crees en Jesús como tu Salvador y lo confiesas con tu boca como tu Señor. Nuestros padres terrenales nos dieron buenas dádivas, pero nuestro Padre celestial derrama su Espíritu. ¿Habrá algún regalo más valioso que podamos recibir?
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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