¡ODIEN EL MAL! ¡AMEN EL BIEN!
¡ODIEN EL MAL! ¡AMEN EL BIEN!
«¡Odien el mal! ¡Amén el bien! Asegúrense de que en los tribunales se haga justicia; quizás entonces el Señor, el Dios todopoderoso, tendrá piedad de los sobrevivientes de Israel» (Am 5:15 DHH).
Amós es uno de los doce profetas menores del Antiguo Testamento. Su nombre tiene un significado muy revelador: "el que lleva la carga", acorde con su misión profética. Amós fue un profeta directo y enérgico, cualidades propias de un pastor y agricultor. Inspirado por la fidelidad a Yahweh, denunció la corrupción de las élites privilegiadas, que fomentaban injusticias en los tribunales y practicaban un ritualismo vacío de compromiso auténtico, proclamando así el juicio inminente sobre Israel.
El ministerio profético de Amós se centró en advertir al pueblo sobre el grave pecado de la idolatría en el que habían caído, y en reprender la arrogancia y opresión con las que gobernaban los plutócratas de Israel. El arrepentimiento sincero del pueblo debía producir frutos visibles: aborrecer el mal, amar el bien y administrar justicia imparcialmente en los tribunales. Eso es lo que Yahweh anhelaba ver en su pueblo. Sin embargo, el culto que le ofrecían estaba lleno de rituales vacíos, carentes de esos frutos genuinos de arrepentimiento, lo cual era repugnante y abominable a los ojos del Señor.
Israel conocía a Yahweh. Había sellado un pacto de fidelidad con Él en el desierto y recibido sus leyes puras y perfectas para vivir con sabiduría y prudencia en medio de pueblos paganos y perversos. Por lo tanto, la injusticia, la soberbia, la violencia y la codicia eran completamente inapropiadas. Israel había sido escogido para amarse, respetarse, consolarse y tratarse con equidad.
La noticia prominente para hoy es: Dios te ama sinceramente y desea que tu alma sea limpiada de todo pecado. Así, podrás adorar al Señor con plena libertad y servir a los demás con amor y justicia. Todo árbol se conoce por sus frutos, y al verdadero hijo de Dios también.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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