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LA RECETA DEL FRACASO

LA RECETA DEL FRACASO

«Los ídolos caseros dan consejos sin ningún valor, los adivinos predicen sólo mentiras y los que interpretan los sueños dicen falsedades que no dan consuelo. Así que mi pueblo vaga como ovejas perdidas, y las atacan porque no tienen pastor» (Zac 10:2 NTV).

¿Por qué Israel, el pueblo que pactó con Dios en el Sinaí, decayó hasta convertirse en una nación perdida, vulgar e indefensa? ¿Cómo es posible que un pueblo tan privilegiado y bendecido como Israel se transformara en una nación desventurada y paupérrima? El profeta Zacarías responde a estas preguntas acusando al pueblo mismo de haber abandonado al Señor, de haberse postrado ante ídolos domésticos y de confiar su destino a adivinos e intérpretes de sueños.

En primer lugar, que Israel buscara consejo en ídolos domésticos, en lugar de dejarse guiar por la ley de Dios, fue una verdadera locura. ¿Qué sabiduría puede tener una imagen tallada en yeso, madera o piedra? Pero, ¿en qué momento Israel despreció el pan de vida por estos monigotes inoperantes y ridículos?

En segundo lugar, los ingenuos israelitas acudían a los adivinos y les pagaban para escuchar sus predicciones falsas. Las Escrituras enseñan que todas las criaturas de Dios (ángeles y seres humanos) viven la historia por primera y única vez; podemos recordar y estudiar el pasado, pero jamás predecir el futuro sin el permiso y el poder de Dios. Por lo tanto, los adivinos son un fraude, y escucharlos es una pérdida de tiempo.

En tercer lugar, los israelitas incrédulos, que menospreciaban la Palabra escrita de Dios, recurrían a estos falsos intérpretes de sueños solo para oír una sarta de mentiras que no consolaban sus almas atribuladas. Olvidaron las palabras del salmista: «La ley de Dios es perfecta, y nos da nueva vida. Sus mandatos son dignos de confianza, pues dan sabiduría a todos» (Sal 19:7).

La noticia prominente para hoy es: Dios es real y desea tener una relación personal contigo. Él tiene el agua viva que tu corazón sediento anhela, tiene una respuesta veraz para cada una de tus preguntas y una palabra de esperanza para tu alma angustiada. Por lo tanto, renuncia a todos esos ídolos inútiles ante los cuales te postras y deja de prestar atención a los embusteros que te rodean. Acércate a Jesús, quien te ama y te ofrece vida plena y eterna, si crees en Él.

—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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