EL CREYENTE NABUCODONOSOR
EL CREYENTE NABUCODONOSOR
«Ahora, yo, Nabucodonosor, alabo, glorifico y doy honra al Rey del cielo. Todos sus actos son justos y verdaderos, y es capaz de humillar al soberbio» (Dn 4:37 NTV).
Nabucodonosor, el hombre más soberbio de su época, el rey más orgulloso de la historia y el reflejo más fiel del carácter de Satanás en la tierra, ¿está alabando, glorificando y honrando a Yahweh en este versículo? Pero, ¿cómo y por qué ocurrió tal cosa? En estas preguntas meditaremos hoy.
Nabucodonosor era un rey que vivía en la opulencia, pero un día tuvo un sueño aterrador que lo llenó de temor. Cuando ninguno de los sabios de su reino pudo darle la interpretación, llamó al profeta Daniel para que lo hiciera. Por la voluntad de Dios, un año después, Nabucodonosor fue expulsado de la sociedad humana y vivió entre los animales salvajes. Comió pasto como el ganado y el rocío nocturno lo empapaba. Esta situación duró siete años, hasta que reconoció esta verdad suprema: el Altísimo gobierna los reinos del mundo y los entrega a quien Él elija.
El gran rey de Babilonia llegó a tener el cabello tan largo como las plumas de un águila y las uñas como las garras de un ave, hasta que reconoció que el cielo gobierna, se apartó de su perverso pecado y mostró compasión hacia los pobres de la tierra. Cuando el tiempo se cumplió, Nabucodonosor recuperó la razón, su honra, su gloria y su reino. Dios lo restauró como cabeza de su reino, con mayor honra que antes.
Entonces, ¿veremos al hermano Nabucodonosor en el cielo? No lo sabemos con certeza. No sabemos si la fe del rey fue suficiente para su justificación. Lo que sí sabemos es que Dios es grande y misericordioso con todo aquel que se acerca a su trono de gracia con un corazón contrito y humillado. Su Palabra dice: «El Señor resiste a los soberbios y da gracia a los humildes» (Stg 4,6). Arrepiéntete de todos tus pecados y confiesa a Jesús como tu Rey, y serás salvo.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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