EL PROFETA MENTIROSO
EL PROFETA MENTIROSO
«El Dios todopoderoso afirma: “Voy a quitarle todo su poder al rey de Babilonia, porque sacó de mi templo todos los objetos de valor, y se los llevó a su país. Pero dentro de dos años los traeré de vuelta a Jerusalén. También traeré de vuelta a Joaquín hijo de Joacim, que era rey de Judá, y a todos los habitantes de Judá que fueron llevados como esclavos a Babilonia. Yo soy el Dios de Israel, y les juro que voy a acabar con el poder del rey de Babilonia”» (Jer 28:2-4 TLA).
Los falsos profetas no son un fenómeno moderno; ya existían en tiempos antiguos, tan aduladores y farsantes como los actuales. La profecía de Hananías le resultó muy sospechosa a Jeremías, porque los profetas del pasado hablaban sin halagos, advirtiendo siempre sobre la llegada de guerras, desastres y enfermedades, y lo hacían en contra de muchas naciones. Dios no usaba a sus profetas para decirle a su pueblo lo que quería oír, sino lo que necesitaba escuchar. Pero, ¿qué audacia tuvo Hananías al hablar fraudulentamente en nombre de Dios, y qué ligereza mostró la gente al dejarse engañar? Hananías mintió y murió.
Podríamos concluir, entonces, que la razón por la que tantos falsos profetas siguen vivos es porque Dios no desea que el impío perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Lo que le sucedió a Hananías refleja la opinión de Dios acerca de aquellos que se dedican a mentir al pueblo con falsas profecías y a enriquecerse de esa manera. La Biblia es la Palabra escrita de Dios, la revelación más segura, y a ella debemos aferrarnos.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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