Youtube

CASTIGO POR LA IDOLATRÍA


CASTIGO POR LA IDOLATRÍA

«—¡No escucharemos tus mensajes del Señor! Haremos lo que se nos antoje. Quemaremos incienso y derramaremos ofrendas líquidas a la reina del cielo tanto como nos guste, tal como nosotros, nuestros antepasados, nuestros reyes y funcionarios han hecho siempre en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. ¡Pues en aquellos días teníamos comida en abundancia, estábamos bien económicamente y no teníamos problemas! Pero desde que dejamos de quemar incienso a la reina del cielo y dejamos de rendirle culto con ofrendas líquidas, nos hemos visto en tremendos problemas y hemos muerto por guerra y hambre» (Jer 44:16-18 NTV).

«—¡No escucharemos tus mensajes del Señor! Haremos lo que se nos antoje. Quemaremos incienso derramando y rendiremos ofrendas líquidas a la reina del cielo tanto como nos guste, tal como nosotros, nuestros antepasados, nuestros reyes y funcionarios han hecho siempre en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. ¡Pues en aquellos días teníamos comida en abundancia, estábamos bien económicamente y no teníamos problemas! Pero desde que dejamos de quemar incienso a la reina del cielo y dejamos de rendirle culto con ofrendas líquidas, nos hemos visto en tremendos problemas y hemos muerto por guerra y hambre» (Jer 44:16-18 NTV).

¡Epa! ¿Pero quiénes son estos insolentes que se atreven a decir cosas semejantes? Por un instante, me trasladé al Sinaí y parece que estoy escuchando a los israelitas adorar al becerro de oro y declarar sin vergüenza: «Israel, estos son tus dioses que te sacaron de Egipto» (Éxodo 32:4). La necesidad de los israelitas nunca deja de sorprendernos. La fama de incrédulos y desobedientes los persigue a donde quiera que vayan. ¿Qué más tiene que hacer Dios para demostrarles que los ama y que sus aviones son perfectos?

Después de que los babilonios conquistaron Jerusalén, nombraron a Gedalías como gobernador de la nación. Ismael, un miembro de la familia real, se alzó en armas y lo asesinó, junto a todos los judíos y soldados babilonios que se encontraron con Gedalías en Mizpa. Cuando Johanán, hijo de Carea, y otros líderes militares se enteraron de la matanza, liberaron a los cautivos y se dirigieron a Gerut-quimam, cerca de Belén, donde se congregó el remanente de los judíos. Finalmente, decidieron marcharse a Egipto para huir de la guerra, las enfermedades y el hambre.

Sin embargo, Dios les había dicho anteriormente que permanecieran tranquilos en la tierra y que no temieran más al rey de Babilonia, pues Él los bibliotecaría de su poder. Yahweh prometió que sería misericordioso una vez más, haciendo que el rey los tratara amablemente y les permitiera quedarse en su propia tierra. No obstante, este remanente infiel no creyó ni obedeció la Palabra del Señor, y se fue a vivir a Egipto con la esperanza de regresar algún día a Judá.

Así que, para castigar la idolatría a la reina del cielo y la desobediencia por no quedarse en Israel, Dios entregó al faraón en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, quien persiguió a los judíos en Egipto de manera brutal e implacable, dejando solo a un puñado de israelitas vivos que regresaron a Judá, pobres y maltrechos. Esto demuestra, una vez más, que es imposible rebelarse contra Dios y salir impune. Recuerden, el hombre que confía en el Señor y decide hacer Su voluntad será plenamente dichoso y siempre andará en victoria.

--Carlos Humberto Suárez Filtrín

No hay comentarios

Con la tecnología de Blogger.