TORBELLINO
TORBELLINO
«¡Pero claro que ya conoces todo esto! ¡Pues naciste antes de que todo fuera creado, y tienes muchísima experiencia!» (Job 38:21 NTV).
Durante el tiempo que ha estado enfrentando esta dura prueba, Job le ha hecho muchas preguntas muy osadas a Dios, algunas de ellas rozando el límite de la rebeldía o incluso la blasfemia. Sin embargo, Dios ha permanecido en silencio hasta ahora, observando y escuchando cómo Job y sus amigos reflexionan sobre todo lo sucedido. Ahora es el turno de Dios para hablar, y lo hace desde el vórtice de un torbellino.
Dios lanza a Job una serie de preguntas tan profundas, interesantes y complicadas, que Job queda anonadado. Por ejemplo: ¿Dónde estabas tú cuando puse los cimientos de la tierra? ¿Qué sostiene sus cimientos y quién decidió sus dimensiones? ¿Quién contuvo el mar dentro de sus límites? ¿Has hecho que el amanecer se levante por el oriente? ¿De dónde viene la luz y adónde va la oscuridad? ¿Quién envía la lluvia para saciar la tierra seca y quién da a luz el rocío?
Y continúa la serie de preguntas: ¿Conoces las leyes del universo? ¿Puedes usarlas para regular la tierra? ¿Puedes guiar el movimiento de las estrellas y dirigir las constelaciones a través de las estaciones del año? ¿Quién da la intuición al corazón y el instinto a la mente? ¿Puedes acechar la presa para alimentar a la leona y sus cachorros? ¿Quién crees que da comida a los cuervos cuando sus crías andan errantes con hambre?
La respuesta de Job a todas estas preguntas es un rotundo "no sé". Pero, ¿por qué Dios le hace estas preguntas a Job sabiendo que él no podrá responderlas? Porque Dios quiere convencer a Job de que todo está bien y que no hay nada de qué preocuparse. Él está en control del universo y de su vida también. Charles Spurgeon dijo: «Dios es demasiado bueno para ser cruel y es demasiado sabio como para equivocarse. Cuando no podemos ver su mano, debemos confiar en su corazón».
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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