LOS FIELES SIEMPRE TRIUNFAN
LOS FIELES SIEMPRE TRIUNFAN
«Hasta ahora sólo había oído de ti, pero ahora te he visto con mis propios ojos» (Job 42:5 NTV).
Las pruebas son hermosas porque, a través de ellas, podemos ver en vivo y en directo la grandeza de Dios. Aunque es innegable que Job amaba a Dios y quería servirle con todo su corazón, conocía a Dios solo en teoría y de manera tangencial. Job desconocía la autoridad suprema de Dios sobre el reino de las tinieblas, que solo se percibe en el fragor de la batalla espiritual, y el amor de Dios, que solo se comprende en el crisol de la angustia y del dolor.
Las pruebas son hermosas porque hacen florecer en el jardín de nuestro carácter las virtudes más bellas y aromáticas del corazón humano. Matthew Henry, el famoso teólogo galés, escribió con justa razón: «Las aflicciones extraordinarias no siempre vienen para castigar pecados extraordinarios, sino que a veces vienen para poner a prueba virtudes extraordinarias». Los severos padecimientos que Job experimentó no lo destruyeron; por el contrario, lo hicieron más sabio, más fuerte y más paciente. Job creció en su intimidad con Dios y en el conocimiento de su maravillosa gracia.
El libro de Job nos enseña una célebre ley universal: ¡Los fieles siempre triunfan! Por una parte, Dios reprendió a los amigos de Job por no haber hablado con exactitud acerca de Él. Por otro lado, Dios hizo que Job orara por sus amigos e intercediera por ellos; Dios escuchó su oración y los perdonó. Así, en la segunda mitad de la vida de Job, Dios restauró su bienestar y le dio el doble de lo que tenía antes: hijos fuertes e hijas agraciadas, ovejas y camellos, bueyes y burras. Job vivió para ver a cuatro generaciones de sus hijos y nietos, y murió siendo muy anciano, después de vivir una vida larga y plena. Vale la pena ser fiel al Señor.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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