DIVINA PROVIDENCIA
DIVINA PROVIDENCIA
«Cuando Amán vio que Mardoqueo no se inclinaba ante él ni le rendía homenaje, se llenó de furia» (Est 3:5 NTV).
El rey Jerjes (486-465 a. C.) convirtió a Amán en el burócrata más poderoso de todo el imperio persa y ordenó que todos los funcionarios de la corte se inclinaran ante él en señal de respeto. Sin embargo, el judío Mardoqueo se negó a rendir homenaje a Amán, desafiando de esta manera la orden del rey. Por esta razón, Amán se llenó de furia y decidió matar a Mardoqueo y destruir a todos los judíos a lo largo y ancho del imperio.
Amán utilizó sutiles argucias y prometió una enorme donación de plata para que el rey Jerjes sellara un decreto que se llevaría a cabo el 7 de marzo de 473 a. C. Este decreto invitaba a todos los habitantes del imperio a perseguir, masacrar y aniquilar en un solo día a todos los judíos, entregando sus pertenencias como botín a sus verdugos. En qué embrollo había metido al pueblo judío la negativa de Mardoqueo a arrodillarse y humillarse ante otro hombre como él.
Pero el destino del pueblo del Señor no está en las manos del azar, sino en la magnífica providencia de Yahweh. Desde mucho antes, Dios había venido tejiendo los hilos de la historia en la corte de Jerjes para proveer una salida airosa a su pueblo escogido. La hermosa reina Vasti había sido destituida de su corona por no querer comparecer a la orden del rey Jerjes, y el rey escogió a la bellísima judía Ester, prima hermana de Mardoqueo, para que reinara en lugar de Vasti.
Por lo tanto, la providencia de Dios y la audacia de la reina Ester hicieron que el rey Jerjes sellara otro decreto en el cual permitía que los judíos se defendieran de cualquier ataque en su contra, y que el malvado Amán fuera colgado en la horca que él mismo había preparado para Mardoqueo. La narrativa bíblica recuerda a Mardoqueo como un creyente fiel de Yahweh y a Ester como una heroína. Y a ti, ¿cómo te recordará la historia?
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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