Youtube

DESBARATADO


DESBARATADO

«Se ofrecieron muchos sacrificios durante aquel día de gozo porque Dios había dado al pueblo razón de alegrarse. También las mujeres y los niños participaron en la celebración, y la alegría del pueblo de Jerusalén podía oírse a gran distancia» (Neh 12:43 NTV).

En la antigüedad, una ciudad era tan fuerte como lo eran sus murallas. Generalmente, las murallas se construían para definir el urbanismo de la ciudad y protegerla de los ataques enemigos. La muralla representaba la separación entre el «espacio salvaje» y el «civilizado». La muralla derribada de Jerusalén significaba que el testimonio del pueblo de Israel estaba por los suelos. Los escombros y las puertas calcinadas mostraban gráficamente que los israelitas habían abandonado al Señor y desobedecido sus mandamientos.

Ahora bien, ¿para qué sirve un hacha roma, la sal adulterada o el creyente en pecado? ¡No sirven para nada! El hacha roma desgasta inútilmente las fuerzas del leñador. La sal adulterada ha perdido su sabor y su pureza; por lo tanto, es tirada a la calle para ser hollada por los hombres. Y un creyente que ha mancillado su testimonio es inútil para el ministerio; solo es tropiezo para los incrédulos. De igual manera, Jerusalén había perdido su reputación de ciudad capital del mundo, porque dentro de sus murallas estaba construido el palacio de Yahweh y en su interior se encontraba su trono santo.

Jerusalén sin murallas es como un creyente en pecado: se le cuela todo tipo de mal. Uno de los cuadros más lastimeros en la vida cristiana es ver a un creyente alejado de los propósitos de Dios para su vida, viviendo ensimismado en sus propios deleites, despilfarrando indignamente sus dones y talentos en cosas infructuosas de este mundo, desenfocado y sin rumbo, dando un pésimo testimonio del poder y la bondad de Dios a los incrédulos. Así que, si tu testimonio cristiano se encuentra desbaratado en este momento, arrepiéntete de tus pecados hoy mismo y regresa al abrazo del Padre; luego pídele su ayuda para reedificar tu vida y tu hogar.

Carlos Humberto Suárez Filtrín

No hay comentarios

Con la tecnología de Blogger.