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VERDAD INDISCUTIBLE


VERDAD INDISCUTIBLE

«Así la fama de David se extendió por todas partes, y el Señor hizo que todas las naciones tuvieran temor de David» (1 Cr 14:17 NTV).

Los filisteos fueron los principales enemigos de Israel durante el reinado de David. Eran tribus de origen incierto que habitaban las ciudades de Ascalón, Asdod, Ecrón, Gat y Gaza, ubicadas al suroeste de Canaán, en la costa oriental del Mar Mediterráneo. El rey Aquis de Gat (Filistea) ofreció a David la ciudad de Siclag como refugio para protegerse de la persecución organizada por el rey Saúl. Allí, David se exilió durante catorce meses junto a seiscientos hombres y el resto de su familia, hasta que partió para ser ungido como rey en Hebrón. En este lugar, David reunió un poderoso ejército de aproximadamente 350 mil guerreros valientes, con sus generales y capitanes, provenientes de todas las tribus de Israel.

Cuando los filisteos se enteraron de que David había sido ungido rey sobre todo Israel, se encolerizaron y trataron de amedrentarlo enviando fuerzas especiales para tomarlo como rehén. Sin embargo, David los derrotó repetidamente. ¿Cuál fue la clave para su victoria ante las invasiones filisteas? La respuesta es clara y sencilla: ¡David consultó a Dios! En la primera incursión, Dios le ordenó a David avanzar de frente, prometiendo entregar a los enemigos en sus manos. Así, David y sus tropas irrumpieron entre los filisteos como una violenta inundación y los derrotaron, quemando incluso sus dioses.

En la segunda confrontación, David volvió a buscar la dirección de Dios, quien esta vez le indicó no atacar de frente, sino rodear y asaltar por la retaguardia. Además, Dios dio una señal inequívoca al ir delante de los escuadrones de Israel para herir de muerte al ejército filisteo. Al oír un sonido como de pies marchando en las copas de los álamos, David y sus hombres atacaron sin piedad a los filisteos, causándoles gran calamidad y pérdidas materiales. ¡El Señor hizo que todos los pueblos temieran a David!

La vida cristiana es una batalla tenaz y constante contra las huestes espirituales de maldad. Satanás y sus demonios utilizan las atracciones del mundo y los deseos pecaminosos de nuestra propia carne para derrotarnos. Sin embargo, la vida cristiana victoriosa no se alcanza mediante la magia ni los designios del Zodíaco, sino haciendo la voluntad de Dios, tal como David lo hizo contra los filisteos: «El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón» (Sal 40:8). Graba esta verdad en tu mente: ¡El éxito en la vida es hacer la voluntad de Dios!

—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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