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RECONSTRUYENDO MURALLAS


 RECONSTRUYENDO MURALLAS

«Me dijeron: "Las cosas no andan bien. Los que regresaron a la provincia de Judá tienen grandes dificultades y viven en desgracia. La muralla de Jerusalén fue derribada, y las puertas fueron consumidas por el fuego"» (Neh 1:3 NTV).

Nehemías es uno de los grandes líderes de Israel registrados en el Antiguo Testamento. Dirigió al tercer grupo de israelitas expatriados que regresaron de Susa a Jerusalén y escribió el Libro de Nehemías. Corría el vigésimo año del reinado de Artajerjes I (446 a. C.), y Nehemías se desempeñaba como copero en el palacio de Susa, capital del imperio persa. Su hermano Hanani, acompañado de algunos hombres que acababan de llegar de Judá, lo puso al tanto de la terrible situación en la que se encontraba Jerusalén, pues la muralla había sido derribada y las puertas consumidas por el fuego.

Cuando Nehemías oyó aquel afligido reporte, lloró amargamente, ayunó y oró fervientemente a Yahwwh, e hizo duelo por varios días. Una profunda convicción de pecado lo abrumó y lo incitó a derramar su alma en favor de su propia familia, de los moradores de Judá que vivían en desgracia y del testimonio de Yahweh que estaba por los suelos. Nehemías le suplicó al Rey de reyes que le diera gracia delante del rey, para obtener su favor y su bondad.

¡Qué impresionante la reacción de Nehemías! Él era el copero del rey, una posición muy privilegiada en la corte, que le otorgaba tremendas prerrogativas para vivir cómodamente y sin sobresaltos. Sin embargo, se identificó inmediatamente con la fatalidad de su nación y se puso manos a la obra. El rey le concedió el permiso para ausentarse del palacio, le firmó salvoconductos para que los gobernadores al occidente del Éufrates le permitieran viajar sin peligro, y envió instrucciones al encargado de los bosques del rey para que suministraran toda la madera necesaria para levantar las murallas de la ciudad.

En la actualidad, las «murallas» del testimonio del Señor en la iglesia visible e institucional también están por los suelos. Se necesitan con urgencia «nehemías» posmodernos que oigan, lloren, ayunen y oren por las desgracias en las que se encuentran muchos creyentes: pobres, perseguidos, encarcelados y masacrados. Entonces, ¿qué estás haciendo a favor de aquellos hermanos que están sufriendo, con la posición y las posesiones que Dios te ha dado? ¿Estás ocupado en la reconstrucción de las «murallas» de tu nación?

—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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