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GENES VENCEDORES


GENES VENCEDORES

«Ner fue el padre de Cis. Cis fue el padre de Saúl. Saúl fue el padre de Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es-baal» (1 Cr 8:33 NTV).

La historia de Benjamín es realmente fascinante. Resulta que, algún tiempo después de que Jacob y su familia regresaran de Mesopotamia a Canaán, Raquel, su esposa bien amada, quedó embarazada y dio a luz a su segundo hijo. Esto ocurrió durante un viaje, y el parto se complicó tanto que, antes de que el alma de Raquel partiera, lo llamó Benoni («Hijo de mi tristeza»), pero Jacob lo llamó Benjamín («Hijo de mi diestra»). El nombre otorga identidad, pertenencia y capacidad al ser humano, por lo que Jacob actuó sabiamente al bendecir a su hijo con un nombre memorable y significativo.

Cuando Jacob estaba próximo a partir para reunirse con sus padres, reunió a todos sus hijos y les otorgó una maravillosa bendición sacerdotal a cada uno de ellos. A Benjamín lo describió como «un lobo feroz, que en la mañana devora a su presa y en la tarde reparte las sobras» (Gn 49:27). Aunque la tribu de Benjamín fue una de las más pequeñas de Israel, fue muy destacada. Los benjaminitas recibieron una gracia especial para manejar con genialidad las armas de guerra. Judá y Benjamín fueron las únicas tribus que formaron el reino de Judá, el cual llegó a ser más poderoso y duradero que el reino de Israel.

Uno de los benjaminitas más ilustres de la historia fue el rey Saúl, hijo de Cis, hijo de Ner. Saúl fue considerado el joven más hermoso, fuerte y prominente de todos los hijos de Israel. Reunió y organizó un ejército poderoso, conformado por hombres valientes de las doce tribus de Israel. Saúl fue un gran guerrero que liberó a Israel derrotando a los filisteos, y un gran estadista que reinó por cuarenta años sobre la nación. Los registros bíblicos señalan que los benjaminitas se destacaron por ser los más valientes, audaces y feroces combatientes en las batallas, utilizando ambas manos para lanzar piedras con honda y saetas con arco.

Dios te ha diseñado un proyecto de vida notable y te ha dado todos los recursos necesarios para llevarlo a cabo. Tú posees los genes vencedores de Dios. No importan los detalles desalentadores de tu nacimiento, ni los desafíos adversos que enfrentaste durante tu niñez y adolescencia, ni el contexto de limitaciones financieras de tu familia. Dios puede transformar todas esas circunstancias adversas en oportunidades favorables, para convertirte en un verdadero triunfador. Anímate, confía en Dios y serás un gran vencedor.

—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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