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FIEL Y VERDADERO


FIEL Y VERDADERO

«En el primer año de Ciro, rey de Persia, el Señor cumplió la profecía que había dado por medio de Jeremías. Movió el corazón de Ciro a poner por escrito el siguiente edicto y enviarlo a todo el reino» (Esd 1:1 NTV).

Ciro el Grande, el primer rey de Persia, incitado por Dios, emitió en el primer año de su reinado un decreto que liberaba a los judíos y autorizaba la reconstrucción del templo en Jerusalén. Además, devolvió los recipientes sagrados que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había tomado del Primer Templo. También escribió a los gobernadores para que contribuyeran a la reconstrucción del templo y entregó una considerable suma de dinero para comprar materiales de construcción. En este breve capítulo del libro de Esdras, hay dos aspectos muy importantes que me gustaría resaltar.

En primer lugar, la historia no avanza gracias a un proceso aleatorio de eventos, ni los reyes actúan bajo la dirección de los dioses o la intervención del azar. El corazón de los reyes está en las manos de Yahweh; Él los conoce y los inclina hacia sus sabios propósitos. Dios es fiel a las promesas que ha hecho a su pueblo, y ni una jota ni una tilde de sus palabras quedará sin cumplirse. Jeremías, el profeta de Dios que quedó en Jerusalén durante el exilio a Babilonia, profetizó repetidamente en su libro acerca del regreso del pueblo judío a su propia tierra.

Dios habló por medio del profeta Jeremías lo siguiente: «Todo este país quedará reducido a horror y desolación, y estas naciones servirán al rey de Babilonia durante setenta años. Pero, cuando se hayan cumplido los setenta años, yo castigaré por su iniquidad al rey de Babilonia y a aquella nación, país de los caldeos, y los convertiré en desolación perpetua —afirma el Señor—» (Jer 25:11-12 NVI). Y en otro lugar dice: «Porque así dijo Jehová: “Cuando en Babilonia se cumplan setenta años, yo os visitaré y cumpliré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar”» (Jer 29:10 RV95). ¡Todo se cumplió al pie de la letra!

Dios ama a su pueblo Israel y le ha dado grandísimas promesas. En diferentes períodos de la historia, gloriosos imperios y famosos emperadores han querido destruirlo, pero no han podido ni podrán hacerlo jamás. La buena mano de Jehová los protege y los defiende. Aún en la futura y espantosa batalla de Armagedón, cuando los ejércitos de la tierra marchen contra el pueblo de Israel para borrarlo de la faz de la tierra, Jesús de Nazaret, el que es Fiel y Verdadero, los librará una vez más y les dará una contundente victoria sobre todos sus enemigos. ¡Aleluya!

—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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