CRISOL DE DIOS
CRISOL DE DIOS
«Josías quitó todos los ídolos detestables de toda la tierra de Israel y exigió que todos adoraran al Señor su Dios. Durante el resto de la vida de Josías, no se apartaron del Señor, Dios de sus antepasados» (2 Cr 34:33 NTV).
Josías fue uno de los grandes reyes de Judá. Al igual que sus antepasados Asa, Josafat y Ezequías, guio al pueblo hacia un verdadero avivamiento espiritual. El significado de su nombre, «Yahweh me apoya», es memorable y se cumplió efectivamente en su vida. En el análisis de la narrativa bíblica sobre la piedad de su vida y la prosperidad de su reino, destacan tres aspectos muy importantes que podrían ser las causas primordiales.
En primer lugar, «siguió el ejemplo de su antepasado David». David amó a Dios con todo su corazón y le sirvió con todas sus fuerzas. Por eso, Dios lo hizo famoso y le prometió un reino estable y un heredero perpetuo en el trono. En el ejemplo y los consejos de nuestros padres y abuelos hay sabiduría y conocimiento que conducen a una vida recta y productiva.
En segundo lugar, «siendo aún muy joven, comenzó a buscar al Dios de su padre David». Siguiendo la noble tradición de José, Josué, Samuel y David, que buscaron la presencia y la bendición de Dios desde temprana edad, Josías también decidió llevar el yugo de la fe y la ley de Yahweh desde su juventud.
En tercer lugar, «vayan al templo y consulten al Señor por mí y por todo el remanente de Israel y de Judá». El sacerdote Hilcías había encontrado en el templo el libro de la ley del Señor, escrito por Moisés, y lo envió al secretario del rey para que lo leyera en su presencia. Entonces Josías inquirió sobre el significado de las palabras escritas en la ley y se comprometió públicamente a obedecer los mandamientos del Señor.
Los líderes de impacto no nacen, se hacen. Los líderes que dejan un legado glorioso a las generaciones venideras, como David y Josías, no se forjan en el crisol de su propia prudencia, sino en el de Dios. El hombre que pone su esperanza en Dios y se somete a su señorío vivirá una vida plena y hará grandes proezas para la gloria de su Nombre.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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