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AVIVAMIENTO


AVIVAMIENTO

«Josafat fue un buen rey, quien siguió los caminos de su padre Asa. Hizo lo que era agradable a los ojos del Señor» (2 Cr 20:32 NTV).

Josafat, cuyo nombre significa «Yahweh juzga», fue el cuarto rey de Judá y gobernó durante veinticinco años, disfrutando de muchas riquezas y gran estima ante los reyes de la región. Al igual que su padre Asa, Josafat también guio al pueblo de Judá hacia un verdadero avivamiento espiritual. Decidió reinar guiado por la ley de Dios y fue implacable a la hora de quitar los postes obscenos dedicados a la diosa Asera. Aunque vivía plácidamente en su palacio real en Jerusalén, salía a visitar a su gente para animarlos a arrepentirse de sus pecados y volverse al Señor.

A los jueces que nombró, Josafat les aconsejó temer al Señor y juzgar con integridad, rechazando tajantemente el soborno, para que la verdad y la justicia rectificaran todo lo torcido y restauraran todo lo dañado por la plutocracia judía. Cuando los moabitas, amonitas y edomitas le declararon la guerra, Josafat suplicó al Señor que lo guiara en esa situación tan apremiante y ordenó a todos en Judá que oraran y ayunaran. Así, los moradores de todas las ciudades acudieron en masa a Jerusalén para clamar a Dios por la victoria sobre sus enemigos.

Cuando los cantores que el rey Josafat había nombrado para que marcharan delante del ejército empezaron a exaltar al Señor por sus bondades y su fiel amor hacia su pueblo, los ejércitos enemigos comenzaron a luchar entre sí, matándose unos a otros. Así que, cuando los judíos llegaron al puesto de observación en el desierto, no vieron más que cadáveres por doquier. El botín era tan grande que les llevó tres días juntarlo todo y recogerlo.

El famoso predicador Billy Graham dijo: «El avivamiento no es descender por la calle con un gran tambor, sino subir hasta el Calvario con un gran clamor». Con un solo hombre que se decida a amar a Dios con todo su corazón y con todas sus fuerzas, y obedecer fielmente su Palabra, Dios puede enviar un genuino y fresco avivamiento espiritual a su familia, ciudad o país.

—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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