Youtube

VICTORIA PÍRRICA


VICTORIA PÍRRICA

«Cierto día, Amasías envió mensajeros al rey Joás de Israel, hijo de Joacaz y nieto de Jehú, para transmitirle un desafío: "¡Ven y enfréntate conmigo en batalla!"» (2 R 14:8 NTV).

Durante los reinados de Saúl, David y Salomón, Israel fue un reino unificado. Sin embargo, durante el reinado de Roboam, hijo de Salomón, en el año 930 a.C., la nación se dividió en dos reinos distintos: En primer lugar, el reino de Israel, compuesto por diez tribus y fue gobernado por Jeroboam como su rey. En segundo lugar, el reino de Judá, formado por las tribus de Judá y Benjamín, tuvo a Roboam como su rey.

Dios demostró su fidelidad al pacto hecho con Abraham, Isaac, Jacob, Moisés y David, acompañando, proveyendo y protegiendo a su pueblo elegido. Cuando los reyes de Israel y Judá obedecían la voluntad de Dios, prosperaban y obtenían victorias sobre sus enemigos. Sin embargo, cuando se alejaban de Dios y desobedecían sus mandamientos, experimentaban su disciplina severa.

A pesar de compartir la fe en Yahweh y la descendencia de Jacob, los reyes de Israel y Judá no siempre actuaron en unidad. Por ejemplo, Amasías, el noveno rey de Judá, desafiante tras sus éxitos militares, desencadenó un conflicto con Joás, el duodécimo rey de Israel. Joás instó a Amasías a no provocar una confrontación, pero este persistió hasta que ambos ejércitos se enfrentaron en Bet-semes. El resultado fue una aplastante derrota para Judá, con la captura de Amasías, la destrucción parcial de Jerusalén y la pérdida de valiosos tesoros. Esta disputa fratricida fue una tragedia que avergonzó el nombre de Dios. ¿Cómo podría estar complacido el Señor al ver a sus hijos enfrentarse de esta manera?

Dios, siendo uno, desea que sus hijos vivan y le sirvan en unidad. En el Espíritu Santo, los creyentes están unidos en una comunión poderosa, santa y eterna. Mantener esta unidad implica amarnos, perdonarnos, someternos, apoyarnos mutuamente y reconciliarnos. Si el mundo ve esta unidad entre los creyentes, creerá en Dios.

—Carlos Humberto Suárez Filtrín

No hay comentarios

Con la tecnología de Blogger.