EL REY EGREGIO
EL REY EGREGIO
«De modo que Salomón llegó a ser más rico y más sabio que cualquier otro rey de la tierra» (1 R 10:23 NTV).
Por la gracia de Dios, Salomón se convirtió en el hombre más famoso de toda la tierra. La reina de Saba, procedente del Cuerno de África, llegó a Jerusalén acompañada de un gran séquito de asistentes y una caravana de camellos cargados con especias, grandes cantidades de oro y piedras preciosas, con el propósito de poner a prueba la sabiduría del rey Salomón mediante preguntas difíciles. Tras escucharlo atentamente, quedó convencida de su vasta sabiduría y, además, quedó asombrada por la majestuosidad del palacio que había construido, la exquisitez de la comida que se servía en su mesa, la impecable organización de sus funcionarios, el espléndido vestuario de los coperos y la sublime devoción con la que se llevaban a cabo los sacrificios en el Templo.
La gloria de Salomón glorificaba el Nombre de Yahweh. Debido al amor eterno de Dios por Israel, lo favoreció abundantemente al sentar en el trono de David a un rey justo y recto. El pueblo se regocijaba, y los funcionarios servían con placer en su presencia día tras día, escuchando sus sabios consejos y su notable prudencia. Todo lo que Salomón emprendía era óptimo y majestuoso. Por ejemplo, mandó hacer un trono magnífico, adornado con marfil y recubierto de oro fino. Consta de seis escalones y un respaldo redondeado. A cada lado se erguía una figura de león, seguida de otros doce leones, colocados uno en cada extremo de los seis escalones. ¡Ningún trono en todo el mundo podía igualar al de Salomón!
Se pueden imaginar que todas las copas del rey Salomón eran de oro macizo, al igual que todos los utensilios en el Palacio del Bosque del Líbano, ya que la plata no se consideraba valiosa y abundaba como las piedras. Salomón se convirtió en el rey más rico y sabio que cualquier otro monarca en la tierra. De todas las naciones venían a visitarlo y a escuchar sus eruditas exposiciones, las cuales Dios le había concedido. Todos los visitantes le llevaban regalos, que incluían plata, oro, ropa, armas, especias, caballos y mulas. Israel había alcanzado la cúspide de su relación espiritual con Yahweh, su ética social, su auge financiero, su poder militar y el esplendor de su civilización.
La noticia destacada es que el futuro reinado milenario de Jesús de Nazaret superará con creces el reinado de Salomón. Sin embargo, para asegurarte de formar parte de ese reino, debes creer en Jesús y reconocerlo como tu Rey y Señor. Dios le prometió solemnemente a David que siempre habría un sucesor sentado en su trono. Jesús, el hijo de David, pronto se sentará en el trono de David y gobernará el mundo desde Jerusalén con justicia, equidad y paz. Entonces, la maldición que pesa sobre la naturaleza será levantada y todos los habitantes de la tierra vivirán en prosperidad y armonía. ¡Aleluya!
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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