EL PECADO ENGENDRA MUERTE
EL PECADO ENGENDRA MUERTE
«Puesto que me has menospreciado al apoderarte de la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer, jamás se apartará de tu casa la violencia» (2 S 12:10 DHH).
Cuando el rey David estaba en la cúspide de su carrera, sucumbió a la tentación de su concupiscencia y cometió adulterio con una mujer hermosa llamada Betsabé, quien era la esposa de Urías, un heteo y valiente soldado en el ejército de David. Después de enterarse de Betsabé estaba embarazada, David instruyó al general Joab que colocara a Urías en la vanguardia del combate, donde el peligro era mayor, y que luego retirara al resto de las tropas para asegurar su muerte. Así, Joab dispuso que Urías luchara cerca de las murallas de Rabá. Cuando los soldados enemigos salieron de la ciudad para el enfrentamiento, Urías, junto con otros soldados israelitas, perdió la vida.
David, escogido por ser un hombre conforme al corazón de Dios, despreció los mandamientos del Señor al matar a Urías con la espada de los amonitas y tomar a su esposa, Betsabé, como propia. A pesar de haberse casado con Betsabé, Dios estaba indignado y envió al profeta Natán para comunicarle al rey que la espada nunca abandonaría su casa. Además, le advirtió que sus propios hijos se levantarían contra él, y que sus mujeres serían tomadas por otros hombres públicamente delante de todo Israel. David, con arrepentimiento sincero, confesó su grave pecado. Dios lo perdonó, pero las consecuencias de sus acciones no serían evitadas.
El hijo que David tuvo con Betsabé murió. Amnón, el hijo primogénito de su esposa Ahinoam, violó y despreció a su bella hija Tamar, hija de su esposa Maaca y hermana de Absalón. Dos años después de este suceso perverso, Absalón vengó la deshonra de su hermana Tamar y en medio de un banquete que ofreció a todos los hijos del rey, ordenó que sus siervos asesinaran a su medio hermano Amnón. Por tal motivo, Absalón huyó a la región de Gesur donde permaneció exiliado por tres años. Esta triste historia corrobora el dicho que «Dios no puede ser burlado y ningún pecado quedará impune, pues todo lo que el hombre siembra, eso mismo cosecha».
La noticia más relevante para hoy es que Dios anhela mostrarte su gran amor y su gran misericordia. Si decides creer en Jesús como tu Salvador, no importa todas las cosas viles que hayas cometido y lo sucio que se encuentre tu corazón por la perversidad de tu pecado, la sangre que derramó en la cruz del Calvario te limpiará de todo mal. No permitas que tus vicios te arrastren al infierno, ven a Cristo ahora mismo y recibe el regalo de la vida eterna.
–Carlos Humberto Suárez Filtrín
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