DAVID VS JEROBOAM
DAVID VS JEROBOAM
«Porque David había hecho lo que agrada al Señor, y en toda su vida no había dejado de cumplir ninguno de los mandamientos del Señor, excepto en el caso de Urías el hitita» (1 R 15:5 NVI).
Durante los reinados de Saúl, David y Salomón, Israel permaneció como un reino unido. Sin embargo, durante el reinado de Roboam, hijo de Salomón, el reino se dividió en dos: el Reino de Israel al norte (Samaria, 930-722 a.C.) y el Reino de Judá en el sur (Jerusalén, 930-586 a.C.). Los veinte reyes de las nueve dinastías de Israel fueron malvados, corruptos e idólatras, mientras que, de los veinte reyes de Judá, solo cuatro guiaron al pueblo a un verdadero avivamiento espiritual: Asa, Josafat, Ezequías y Josías.
Dios amó profundamente a David porque hizo lo que era agradable a los ojos del Señor y obedeció sus mandamientos durante toda su vida. Lo que distinguió a David fue que nunca traicionó el pacto que el Señor hizo con él. Nada ni nadie hizo que David desviara su corazón de Yahweh y jamás se postró para adorar a ningún otro dios. Dios puso a David como el estándar de espiritualidad con el cual fueron medidos todos los reyes de Judá, y ninguno fue hallado tan fiel como él, el varón conforme al corazón de Dios. Sin embargo, así como ocurrió con los descendientes de David, también ha sucedido con John Piper, famoso teólogo y predicador, ya que su hijo, Abraham Piper, ha rechazado la Biblia y la fe cristiana. Definitivamente, la fe salvadora no se hereda, pues la relación con Dios es personal. Dios solo tiene hijos, no nietos.
Jeroboam, hijo de Nabat, es recordado como el rey más perverso en la historia de la monarquía de Israel. Fue tan infiel a Dios y tan perjudicial para su pueblo que Dios estableció su maldad como el estándar para medir el grado de alejamiento de la Ley y la perdición de los reyes de Israel. Jeroboam enfureció a Dios cuando fabricó dos becerros de oro y los colocó en las ciudades de Dan al norte y Betel al sur, para que el pueblo los adorara como los dioses que los liberaron de la esclavitud de Egipto. Por tal motivo, Dios prometió erradicar su descendencia de la faz de la tierra, y cumplió su palabra al pie de la letra.
La noticia más importante para hoy es que Dios anhela tener una relación personal contigo y desea que lo conozcas para que seas su amigo, como lo fue el rey David. Sin embargo, hay un problema: tu pecado impide esa amistad. Por eso, Dios envió a su Hijo Jesucristo a morir en la cruz del Calvario, derramando su sangre para ofrecerte salvación y vida eterna. Si crees en Jesús, llegarás a ser un hijo de Dios y podrás disfrutar de su amistad eternamente.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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