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VOTO PRECIPITADO


VOTO PRECIPITADO

«Y Jefté hizo un voto al Señor: “Si me das la victoria sobre los amonitas, yo entregaré al Señor al primero que salga de mi casa para recibirme cuando regrese triunfante. Lo sacrificaré como ofrenda quemada”» (Jue 11:30-31 NTV).

Cuando los israelitas ya estaban firmemente establecidos en la Tierra Prometida, demostraron ser un pueblo infiel, obstinado y profundamente arraigado en el paganismo. La fe nacional en Yahweh era tan superficial que con frecuencia caían en la idolatría, adorando imágenes de Baal, Astarot y varios dioses cananeos. Como consecuencia, Dios los entregó en manos de los amonitas, quienes los oprimieron durante dieciocho años, afectando a las comunidades israelitas a ambos lados del río Jordán. Abatidos por sus pecados y por la opresión extranjera, el pueblo se arrepintió y clamó al Señor por liberación. En su inmensa misericordia, Dios decidió perdonarlos y rescatarlos.

Jefté, que significa «abrir» o «liberar», fue hijo de Galaad en una mujer prostituta, lo que causó que sus medios hermanos lo despreciaran y lo desterraran. Debido al acoso de los amonitas y la falta de un paladín, los líderes de Galaad buscaron a Jefté y le ofrecieron el puesto de gobernante del pueblo, ya que se había convertido en un valeroso guerrero y había reunido una banda poderosa de rebeldes. Entonces, el Espíritu de Dios llenó a Jefté de poder y autoridad para liberar a los israelitas de la opresión de los amonitas, aunque tuvo que cumplir con un voto precipitado ofreciendo en holocausto a la única doncella de la casa.

Hace varios siglos, Dios puso a prueba la fe del patriarca Abraham al pedirle que sacrificara a su único y amado hijo, Isaac, en holocausto. Sin embargo, el sacrificio no se llevó a cabo, ya que el Ángel de Jehová intervino y detuvo la acción. La falta de conocimiento sobre Dios, su Palabra y la historia puede llevar a los líderes a cometer actos temerarios, como la promesa de sacrificar un ser humano para obtener el favor divino, lo cual dejó marcado negativamente a Jefté para siempre. A pesar de ello, el autor de la epístola a los hebreos elogia a Jefté como un héroe de la fe, mencionándolo junto a Gedeón, Barac, Sansón, David y Samuel. Estos hombres valerosos conquistaron reinos, impartieron justicia y demostraron su poder al vencer a los ejércitos enemigos (Heb 11:32-34).

La buena noticia que te traigo hoy es que Dios te ofrece salvación por su gracia y no por tus obras (Ef 2:8-9). Él te ama tal como eres y no requiere ningún sacrificio de tu parte, ya que el sacrificio de Cristo fue suficiente para redimirte. Lo único que Dios desea es que te enfoques en su belleza y que prestes atención a su Palabra. Amar a Dios y obedecer sus mandamientos son las únicas cosas que debes hacer para ser verdaderamente triunfador.

–Carlos Humberto Suárez Filtrín

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