SAÚL VERSUS SAMUEL
SAÚL VERSUS SAMUEL
«Entonces Saúl ordenó: —"Tráiganme animales para los holocaustos y los sacrificios de reconciliación". Y él mismo ofreció el holocausto» (1 S 13:9 DHH).
Saúl, el primer rey de Israel, destacaba por su imponente estatura, su esbelto porte y su gracia natural, sobresaliendo entre todos los habitantes de la tierra. Sin embargo, a pesar de su gallardía, carecía de la sabiduría necesaria. Si hubiera obedecido al Señor en Gilgal, su reinado habría perdurado eternamente en Israel. Una vez más se pone de manifiesto la ecuación fundamental: el temor al Señor, sumado a la obediencia a Su Ley, conduce a la victoria sobre los enemigos y al establecimiento de un ministerio memorable.
A pesar de que los israelitas apenas alcanzaban la altura del hombro de Saúl, éste mostraba un semblante apesadumbrado y un espíritu temeroso. Después de ser ungido como rey de Israel, Samuel le instruyó a descender a Gilgal y aguardar allí durante siete días para ofrecer holocaustos y recibir más directrices del Señor. En tanto, los filisteos, alimentando un odio renovado hacia los israelitas, habían congregado un ejército formidable en Micmas, lo que provocó el pánico entre el pueblo de Dios, quienes huyeron atemorizados y se ocultaron donde pudieron. Ante la ausencia de Samuel y la creciente deserción entre sus soldados, Saúl, viendo la situación desesperada, decidió tomar las ofrendas y realizar el holocausto por sí mismo, cometiendo así el mayor error de su vida.
Saúl y Samuel representan en la narrativa bíblica el constante proceso dialéctico entre los dos polos predominantes del pueblo del Señor: aquellos que temen a Dios y obedecen sus mandamientos, y aquellos que no lo hacen. Saúl, al ser rey de la tribu de Benjamín, carecía de la prerrogativa para ofrecer el holocausto, debiendo esperar a Samuel; sin embargo, desobedeció esta orden, sellando así su fracaso. Dios lo rechazó y escogió a otro hombre conforme a su corazón, cuyo linaje daría origen al Mesías.
La noticia importante es que a Dios le interesa profundamente tu vida, incluso más de lo que puedes imaginar. Desde antes de la fundación del mundo, Él diseñó para ti una vida plena y victoriosa en esta tierra, exenta de fracasos y derrotas. Sin embargo, la realización de estos planes requiere tu atención a Su Palabra y una humilde sumisión a Su sabia voluntad. Si caminas en Sus propósitos, nunca serás avergonzado y tu legado ministerial perdurará por generaciones. En el reino de Dios, obedecer significa vencer, mientras que desobedecer conlleva a la perdición.
–Carlos Humberto Suárez Filtrín
No hay comentarios
Publicar un comentario