LA PRIORIDAD NACIONAL
LA PRIORIDAD NACIONAL
«Haced el censo de toda la congregación de los hijos de Israel, por sus familias y por las casas de sus padres, registrando uno por uno los nombres de todos los hombres» (Nm 1:2 RV95).
El libro de Números también es conocido como «Bamidbar» en hebreo, que significa «en el desierto». Aquí se narran los eventos ocurridos durante los cuarenta años de peregrinación de los israelitas por el desierto después de salir de Egipto, incluyendo el censo del pueblo, las leyes y regulaciones dadas por Dios a Moisés, y los viajes y campamentos de las tribus de Israel. Los propósitos por los cuales Moisés escribió este libro son: el registro y organización de los israelitas por sus tribus y clanes familiares como preparación para enfrentar los desafíos que conlleva la conquista de Canaán; la instrucción en la organización civil con leyes y reglamentos específicos acerca del campamento y el viaje, las responsabilidades de los levitas y sacerdotes, y las regulaciones sobre el sacrificio y el culto; la narración de los eventos históricos más importantes, como la salida de Egipto, el viaje por el desierto, la rebelión de Coré y otros incidentes que ocurrieron durante el viaje de peregrinación; finalmente, la preparación para la entrada triunfal de Israel en Canaán, la Tierra Prometida.
Un año después de la salida de Israel de Egipto, el Señor le pidió a Moisés que hiciera un censo general del pueblo. Cada tribu nombró un jefe y registró a todos los hombres de veinte años en adelante que sean aptos para la guerra. El número total de hombres registrados fue 603,550. Los levitas fueron los únicos que no entraron en este registro, porque ellos serían los encargados de armar, desarmar y transportar el tabernáculo junto con todo su mobiliario. El campamento quedaría ordenado de la siguiente manera: el Tabernáculo (la presencia inmediata de Dios) estaría ubicado en el centro y los levitas levantarían sus tiendas alrededor. Las tribus de Judá, Isacar y Zabulón se ubicarían al oriente. Las tribus de Rubén, Simeón y Gad al sur. Las tribus de Efraín, Manasés y Benjamín al occidente. Las tribus de Dan, Aser y Neftalí al norte. Cada tribu y cada familia establecía su campamento y marchaba bajo su estandarte tal como el Señor les había indicado.
Dios es Dios de organización y orden. Israel debía cumplir las ordenanzas del Señor al pie de la letra, aquí no contaban ni la originalidad ni la creatividad, solo importaba la fidelidad a la orden de Dios. Dios quería que su pueblo luciera organizado, ordenado y pulcro en todo sentido, en lo espiritual, en lo ceremonial y en su interacción social. La etiqueta colectiva del campamento definía exactamente las prioridades de la nación: Dios es Único, Dios es Primero, Dios es el Centro, Dios es el Mejor, Dios es Todo. Todos los israelitas lo entendieron, desde el mayor hasta el menor, no había ninguna duda respecto a la prioridad de la nación. Mientras el pueblo marche en esa formación, será un pueblo sabio, distinguido, próspero y victorioso. Pero, si Israel adora otros dioses, o relega a Dios a un segundo plano en su prioridad nacional, o quita a Dios del centro de la vida personal, familiar y nacional, los enemigos tomarán cuenta de ellos y los harán besar la lona una y otra vez, el hambre y la miseria asolará sus aldeas, las plagas y enfermedades los azotarán sin piedad sus campos y la muerte será su miserable paga por su incredulidad y su desobediencia.
Recordemos que Israel es un tipo del creyente en Jesucristo. Por lo tanto, lo que Israel vivió en el desierto fue registrado para nuestro ejemplo. Así que, la prioridad del cristiano debe ser Dios, no un empleo, ni una casa propia, ni una profesión, ni un negocio, ni un esposo o una esposa, solamente Dios en primer, segundo y tercer lugar hasta el infinito. Porque si tengo a Dios lo tengo todo, pero si no tengo a Dios me falta todo. Dios y yo somos mayoría absoluta en cualquier disputa terrenal. Verás, al cristiano obediente Dios le provee de todo lo que necesita, lo protege de cualquier peligro o amenaza, lo guía por sendas de rectitud y lo fortalece con su fuerza a más no dar, ese fue el plan original y ese es el deseo perenne de Dios para sus hijos. Dios quiere que su bien y su misericordia nos sigan y nos persigan todos los días de nuestra vida, ahora y siempre.
–Carlos Humberto Suárez Filtrín
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