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TRAICIÓN VERGONZOSA


TRAICIÓN VERGONZOSA

«Entonces Aarón tomó el oro, lo fundió y lo moldeó hasta darle la forma de un becerro. Cuando los israelitas vieron el becerro de oro, exclamaron: “¡Oh, Israel, estos son los dioses que te sacaron de la tierra de Egipto» (Ex 32:4 NTV).

La fundición del becerro de oro y la adoración que los israelitas le ofrecieron posteriormente, ocurrió durante su estadía en las faldas del Monte Sinaí. En este episodio el pueblo de Israel demostró lo frágil que era su fe y también Aarón demostró la pésima decisión que puede tomar un líder en medio de una crisis. El pueblo de Israel tiró por la borda los recuerdos de todos milagros y maravillas que había hecho el Señor para liberarlos de la esclavitud centenaria a la que el faraón de Egipto los sometió: el juicio divino sobre los dioses egipcios con las diez plagas, la congregación atravesó el mar Rojo en seco, los generales egipcios y sus carros fueron aniquilados en medio del mar, las aguas amargas de Mara fueron curadas, la provisión del maná del cielo fue una realidad, la provisión de carne sabrosa de codornices fue espectacular, la provisión abundante de agua en Horeb fue extraordinaria, la victoria sobre los amalecitas fue contundente, la recepción de la Ley fue grandiosa y el espectáculo durante la aprobación del pacto de Dios con su pueblo fue memorable. ¿Cómo pudieron abandonar a Dios tan fácilmente?

Cuando los israelitas vieron que Moisés tardaba tanto en bajar del monte Sinaí, presionaron a Aarón de tal manera, que terminaron haciendo que Aarón pecara delante del Señor fundiendo un becerro de oro con todo el oro de los aretes que las esposas e hijas cargaban en sus orejas. ¿Qué manera tan miserable y desleal por parte de Aarón de estrenarse en el ministerio sumo sacerdotal? Acto seguido el pueblo empezó a adorar eufóricamente al ídolo y a declarar a voz en cuello que fue él quien los sacó de la penosa situación en la que se encontraban en Egipto. Si este relato no estuviese escrito en la Biblia, uno difícilmente creyera que el pueblo padeciera de tanta ignorancia y necedad juntas. Por lo tanto, el becerro de oro fue un punto de inflexión en la vida nacional de Israel. De aquí en adelante, la idolatría será la amenaza espiritual número uno, el pecado capital del pueblo de Israel, y todos los líderes tendrían que lidiar tenazmente con él. Dios llegó a aborrecer de tal manera el pecado de la idolatría que terminó enviando a su pueblo al exilio para corregirla.

Cuando Moisés descendió del monte y vio el becerro de oro fundido y las danzas que el pueblo le ofrecía en adoración, ardió en enojo, quemó el ídolo y lo molió hasta pulverizarlo, lo arrojó al agua y obligó a los israelitas a que la bebieran. La decisión equivocada de Aarón hizo que el pueblo se descontrolara por completo y fuera el hazmerreír de sus enemigos. ¡Qué vergüenza para el Señor semejante espectáculo público de deslealtad e infidelidad! Así que ese día los levitas que estaban con Moisés ejecutaron a unos tres mil israelitas por desobedientes e infames. Luego Moisés intercedió ante Dios para que perdonara ese terrible pecado y no los aniquilara por completo. El becerro representaba la idolatría, la violación del primer y segundo mandamiento. La traición, el pueblo había quebrantado el pacto con Dios. La desobediencia, Moisés había sido designado por Dios como líder y el becerro significaba una desobediencia flagrante contra Dios y contra su siervo. La gravedad del pecado, porque este acto no solo era un pecado individual, sino que representaba una desviación colectiva y deliberada del camino de Dios.

El filósofo italiano, Umberto Eco, dijo una vez: «Sabiduría no es destruir ídolos, sino no crearlos nunca». Un ídolo es un yugo de esclavitud. El individuo que lo fabrica o el pueblo que lo adora se está sometiendo a su autoridad. Luego el ídolo necesitará quienes lo justifiquen y lo arropen de mitos y leyendas. Posteriormente, el ídolo necesitará de testimonios sobrenaturales creíbles sobre experiencias de éxtasis y sanaciones milagrosas para adquirir fama y prestigio. Finalmente, el hombre queda atrapado en un culto insano al ídolo que él mismo creó, y que ahora sabemos que detrás de él no hay más que un demonio. También sabemos que Dios es el único quien es digno de ser adorado, no hay otro dios fuera de Él. Así que hoy puede ser un día ideal para tirar a la basura todos los ídolos que haya en tu corazón y en tu casa. Recuerda las palabras de Jesús: ¡Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo servirás!

–Carlos Humberto Suárez Filtrín

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