SALVOS POR FE Y SANGRE
SALVOS POR FE Y SANGRE
«Pero la sangre sobre los marcos de las puertas servirá de señal para indicar las casas donde ustedes estén. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo. Esa plaga de muerte no los tocará a ustedes cuando yo hiera la tierra de Egipto» (Ex 12:13 NTV).
Los israelitas han permanecido cuatrocientos treinta años en Egipto, la mayoría de ellos en calidad de esclavos, amasando y cociendo el barro para hacer los ladrillos que serían utilizados en la construcción de sus edificios monumentales. Dios vio la angustia y oyó el clamor de su pueblo y acudió en su auxilio para liberarlos, y de esta manera cumplir con la promesa hecha siglos atrás al patriarca Abraham (Gn 15:13-14). Dios ha enviado nueve plagas hasta el momento –de sangre, de ranas, de mosquitos, de moscas, en los animales, de llagas purulentas, de granizo, de langostas y de tinieblas– y ahora se prepara para enviarles la décima, la definitiva, la que hará que en todos los hogares de Egipto –desde el palacio de faraón hasta el hogar de la sirvienta más humilde que trabaja en el molino– se oiga un lamento desgarrador sin precedentes por la muerte de todos los primogénitos, incluso de las primeras crías de todos los animales.
El Señor dio las siguientes instrucciones a Moisés y Aarón: el día diez del mes de Nisán, cada familia deberá seleccionar un cordero o un cabrito de un año y sin defectos para hacer un sacrificio. El día catorce por la tarde, matarán su cordero o cabrito y con su sangre untarán ambos lados y la parte superior del marco de la puerta de la casa, asarán al fuego el animal, lo comerán de prisa y completamente vestidos y calzados, el resto lo quemarán para que no quede nada. Esa noche, Dios mismo pasará por la tierra de Egipto hiriendo de muerte a todo primer hijo varón y a la primera cría macho de los animales, ejecutando juicio sobre todos los dioses egipcios. Sin embargo, en todos los hogares hebreos cuyos dinteles de sus puertas fueron untados con la sangre del cordero o cabrito, Dios los protegió y el ángel de la muerte pasó de largo. El día 15 de Nisán quedó establecido como el primer día del calendario y como fecha especial para celebrar la pascua perpetuamente.
Ahora bien, la sangre es símbolo de la vida y la expiación. Los egipcios y los hebreos eran pecadores y merecían la muerte. Pero la vida del animal inocente sacrificado estaba simbólicamente presente en su sangre y la ofrenda de su sangre se consideró un medio de expiación para los pecados. Mientras que en todos los hogares de los egipcios hubo luto por la muerte de algún primogénito, en los hogares de los israelitas hubo tal tranquilidad que ni siquiera un perro ladró esa noche, fatídica para los egipcios y gloriosa para los hebreos. Hasta la fecha, la síntesis completa de sangre en laboratorio a nivel práctico aún no se ha logrado de manera efectiva. Aunque se han realizado avances significativos en la ingeniería de tejidos y la medicina regenerativa, la creación de sangre completa con todas sus funciones y componentes es un desafío extremadamente complejo para los científicos. El hombre jamás podrá crear la sangre, porque ella significa la vida y la vida del hombre le pertenece a Dios.
Los israelitas fueron salvos de la esclavitud y la muerte por la fe en la sangre del cordero o el cabrito pascual. Un milenio y medio más tarde, la fiesta judía de la pascua tuvo su cumplimiento pleno en Jesús de Nazaret. Ahora Jesús es nuestra pascua, el Sumo Sacerdote y la ofrenda al mismo tiempo. Jesús fue el cordero de Dios, sin mancha y sin contaminación, que fue ofrecido en la cruz del Calvario como sacrificio, para que con su sangre derramada nos pueda limpiar de todos nuestros pecados. El famoso pacifista indio, Mahatma Gandhi, lo resumió así: «Un hombre que era completamente inocente, se ofreció como sacrificio por el bien de los demás, incluidos sus enemigos, y se convirtió en el rescate del mundo. Fue un acto perfecto». Así que, hoy es el día aceptable, hoy es el día de salvación: cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa.
–Carlos Humberto Suárez Filtrín
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