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DE LA PROFUNDIDAD A LA CIMA


DE LA PROFUNDIDAD A LA CIMA

«Entonces, cuando llegó José, sus hermanos le quitaron la hermosa túnica que llevaba puesta. Después lo agarraron y lo tiraron en la cisterna. Resulta que la cisterna estaba vacía; no tenía nada de agua adentro» (Gn 37:23-24 NTV).

Glenny Wry fue un misionero en Bolivia que tenía un campo extenso donde sembraba soya. La soya es un cultivo importante a nivel mundial y se cultiva en grandes extensiones de tierra para su uso en diversos productos alimenticios e industriales. Con el propósito de mejorar la materia orgánica del suelo, aumentar la capacidad para retener agua y nutrientes, y fomentar la actividad microbiana beneficiosa, realizó el proceso de labranza de rastrojo. Es decir, enterró la planta de soya de mediana estatura nuevamente en la tierra con un arado. Como consecuencia, ese año no recogió ninguna cosecha. La mayoría de los agricultores vecinos creyeron que fue una locura lo que hizo, pero, el siguiente año volvió a sembrar y la tierra estaba tan fértil que dio una cosecha súper abundante y muy superior a todas las demás.

José fue el hijo primogénito de Jacob en su amada esposa Raquel. Raquel era una mujer estéril, por lo que el nacimiento de José fue un verdadero milagro. Jacob amaba mucho a José porque lo había tenido en la vejez. Así que, para mostrarle su aprecio y su preferencia, le confeccionó una hermosa túnica de colores. En los años de su adolescencia, José empezó a tener sueños que provenían de parte de Dios y los creyó a pie juntillas. Mientras sus medios hermanos vivían de espaldas a Dios, José estaba muy interesado en las cosas espirituales y le ponía mucha atención a lo que Dios quería decirle por medio de los sueños. Uno de sus sueños mostraba a toda la familia en el campo atando gavillas de grano. De repente, la gavilla de José se levantó y las gavillas de sus hermanos se juntaron alrededor de la suya, y se inclinaron ante ella. Los hermanos se querían morir de la cólera y de la envida que sentían al escuchar los sueños de José.

Cuando José, enviado por su padre Jacob, fue a buscar a sus hermanos, éstos lo aprehendieron, lo desnudaron y lo metieron a una cisterna seca. ¿Qué les parece? Allí estaba Dios enterrando la visión que le había dado a José y allí estaba el soñador enterrado mirando únicamente al cielo, confiando en que Dios es fiel y su promesa firme. Sin embargo, cuando Dios da una visión, da también la provisión. En ese momento pasó una caravana de ismaelitas y sus hermanos lo vendieron por veinte monedas de plata. Los ismaelitas lo llevaron a Egipto y lo vendieron a un oficial de Faraón llamado Potifar. Ya instalado como administrador de la casa de Potifar, su esposa lo acusó de querer violarla y Potifar lo metió a la cárcel. Pasados trece años, José fue llevado delante de la presencia de Faraón para interpretar los sueños que Dios le había puesto en su cabeza. Finalmente, Dios puso a José como padre de Faraón, señor de toda su casa y gobernador de toda la tierra. Cuando la hambruna cundió en toda la tierra, sus hermanos bajaron a Egipto y se postraron ante su hermano José, y así se cumplió la buena palabra del Señor en su vida.

La vida de José nos enseña que no hay mejor cosa en la vida que creer y obedecer a la buena voluntad de Dios. Cuando el Señor pone una visión en nuestro corazón, hay que aferrarse a ella y administrarla con diligencia y fe, sin atribuirle a Dios ningún despropósito en medio de las adversidades que eventualmente tengamos que atravesar. Hay que creer en Dios y creer a Dios. La fe agrada al Señor y Dios la premia. La fe no hace las cosas más fáciles, las hace posibles. José le creyó a Dios y no fue avergonzado. Por el contrario, los hermanos menospreciaron la palabra del Señor y todos ellos fueron humillados. José fue literalmente enterrado por sus hermanos en una cisterna, pero confió en Dios y Él lo sacó de la profundidad y lo puso en la cima del mundo, para salvar a mucha gente de la hambruna. Recuerda: Dios permite las pruebas con un propósito de bien, nunca de mal.

–Carlos Humberto Suárez Filtrín

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