MI TIERNO PASTOR
«El Señor es mi pastor; tengo todo lo que necesito. En verdes prados me deja descansar; me conduce junto a arroyos tranquilos. Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas correctas, y así da honra a su nombre. Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan. Me preparas un banquete en presencia de mis enemigos. Me honras ungiendo mi cabeza con aceite. Mi copa se desborda de bendiciones. Ciertamente tu bondad y tu amor inagotable me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor viviré por siempre» (Salmos 23 NTV).
El salmo 23 es una de las porciones más consoladoras de las Sagradas Escrituras. En la relación entre el pastor y sus ovejas, el salmista revela el lado más tierno del corazón de Dios. Aquí Dios es comparado con un pastor confiable, proveedor fiel y amoroso. Dios no es un asalariado, sino un pastor experimentado y con vocación, que guía rectamente y da el mejor cuidado a sus ovejitas.
Su compañía constante y cercana está garantizada y es sinónimo de protección y victoria. Domingos, feriados y todos esos días grises que vienen ocasionalmente a nuestras vidas, también son días benditos y gloriosos porque Dios está con nosotros y los propósitos para su rebaño son de bien, nunca de mal.
Si los cuidados tan considerados del Señor en esta vida te parecieron espectaculares, imagínate lo que te tiene preparado para cuando llegues a su casa, a tu verdadero hogar. Ahora disfrutamos del bien y la misericordia en todo momento y ya en su casa disfrutaremos de todas las delicias inimaginables para siempre. El Señor es un buen pastor y seguirá siéndolo por la eternidad. Hoy lo vemos con los ojos de la fe, un día le veremos tal como Él es.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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