EN TIEMPOS DE CRISIS
«El Señor es mi luz y mi salvación, entonces ¿por qué habría de temer? El Señor es mi fortaleza y me protege del peligro, entonces ¿por qué habría de temblar?» (Salmos 27:1 NTV).
Desde la caída de Adán y Eva en el huerto Edén, la historia del mundo y de la humanidad ha sido un rosario interminable de crisis de toda índole. En las Escrituras las crisis son comparadas con la oscuridad, porque no se puede ver con exactitud por dónde se camina, el ambiente se torna tétrico de repente y los animales salvajes están al acecho todo el tiempo. El salmista había experimentado todo tipo de crisis en su vida y ministerio, por eso escribió este magnífico salmo para exaltar la presencia del Señor y compararla con la luz y la salvación. Dios ilumina nuestro camino y nos libra de todo peligro en medio de las crisis.
Por lo tanto, no debemos temer ni temblar cuando atravesemos un valle oscuro y riesgoso, porque Dios es nuestra fortaleza y nuestro protector, nada ni nadie nos puede hacer daño y/o arrebatarnos de sus manos. El rey David y Martín Lutero fueron dos grandes siervos de Dios que fueron amenazados por innumerables enemigos, pero ambos murieron en la paz de Dios, en sus hogares y rodeados de sus seres queridos. Así que no debemos sorprendernos ni atemorizarnos de los valles tenebrosos, porque no vivimos a expensas de los problemas y las enfermedades, sino que fuimos comprados por precio y estamos seguros en las manos de nuestro Salvador.
A C. S. Lewis se le preguntó: ¿cómo vamos a vivir con las crisis? Después de meditarlo muy bien, respondió: «¿Cómo? Como habrías vivido en el siglo XVI cuando la peste visitaba Londres casi todos los años, o como habrías vivido en una época vikinga cuando los atacantes de Escandinavia podrían aterrizar y cortarte el cuello cualquier noche; o de hecho, como ya estás viviendo en una era de cáncer, una era de sífilis, una era de parálisis, una era de ataques aéreos, una era de accidentes ferroviarios, una era de accidentes automovilísticos». El salmista diría: «¡Confiando y descansando en Dios, tu Fortaleza y tu Salvador!».
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
No hay comentarios
Publicar un comentario