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EL ÁNGEL DEL SEÑOR


«En mi desesperación oré, y el Señor me escuchó; me salvó de todas mis dificultades. Pues el ángel del Señor es un guardián; rodea y defiende a todos los que le temen» (Salmos 34:6-7 NTV).

El Salmo 34 es un poderoso aliciente para todos aquellos creyentes que se encuentran bajo cualquier tipo de persecución. Fue escrito por el rey David cuando estaba huyendo del acoso por parte del rey Saúl y huyó a la región de los filisteos haciéndose pasar por un loco frente a Aquis, rey de Gat. En sí todo el salmo es un poema acróstico hebreo: cada verso comienza con una letra del alefato hebreo en forma consecutiva.
La oración es un arma eficaz que Dios le ha concedido a sus hijos para hacer que las victorias sobre nuestros enemigos sean posibles, y no para hacer que las batallas contra ellos sean fáciles. La guerra espiritual contra el asedio del enemigo de nuestras almas, las dificultades familiares y las penurias financieras son completamente normales en la vida cristiana, debemos esperarlas y estar preparados para enfrentarlas.
Una vez más volviendo al día a día del rey David, el varón conforme al corazón de Dios, debo afirmar que estuvo marcado por múltiples peligros y diversas pruebas, porque «si la montaña fuera plana, ¿cómo podríamos escalarla?». Son las tribulaciones más angustiosas las que nos hacen contemplar la majestad de Dios en todo sus esplendor, y nos hacen vivir conscientes que jamás estamos solos, porque el Ángel de Jehová nos rodea y nos defiende.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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