LAUREADOS

«Sólo los necios dicen en su corazón: “No hay Dios”. Ellos son corruptos y sus acciones son malas; ¡no hay ni uno solo que haga lo bueno!» (Salmos 53:1 NTV).

¿Quién es un ateo? ¿Por qué razón, motivo o circunstancia un ser humano deja de creer en la existencia de Dios? ¿Qué enseña la Biblia acerca del ateísmo? En una oportunidad se le preguntó a Voltaire sobre la existencia de Dios, y el famoso pensador francés respondió: «Dios no existe, pero no se lo digáis a mi criado, no sea que me asesine durante la noche».

El salmista comienza afirmando que un ateo es un «necio». Tanto en el Salmo 14:1 como en el Salmo 53:1 se observa «dice el necio en su corazón: no hay Dios». En este contexto la palabra «necio» no se refiere a una persona de poca inteligencia o escasa formación académica, sino a un individuo inmoral que ha tomado la decisión de rechazar a Dios.

El salmista no piensa que los «necios» son tontos, sino corruptos y malvados. El ateísmo es un asunto de moralidad, no de espiritualidad. Ivan Karamazov, el segundo de «Los hermanos Karamazov» de Fiódor Dostoyevski, dijo: «Si Dios no existe todo está permitido; y si todo está permitido la vida es imposible». Al ser humano le conviene darle la espalda a Dios, porque de esa manera puede vivir a sus anchas, sin rendirle cuentas a nadie.

Pero Dios es paciente y compasivo con toda la humanidad, lento para la ira y grande en misericordia. Aunque no podemos verlo cara a cara, lo podemos contemplar a través de su magnífica creación y de su amado Hijo. La famosa escritora Eugenia Price dijo: «Jesucristo fue Dios viviendo dentro del meollo de la historia humana. Jesucristo ha llegado a ser nuestra definición de Dios. Jesucristo es Dios dándonos una explicación total de sí mismo».

Él nos ama y desea ser amado por nosotros. Él existe y desea ser real para nosotros. Él está vivo y desea compartir su vida con nosotros. Él es sabio y desea llenar de sabiduría nuestras mentes. Él es bueno y desea laurearnos por creer en Él.

—Carlos Humberto Suárez Filtrín