¿DÓNDE ESTÁ ESE DIOS TUYO?
«Día y noche sólo me alimento de lágrimas, mientras mis enemigos se burlan continuamente de mí diciendo: “¿Dónde está ese Dios tuyo?”» (Salmos 42:3 NTV).
Es probable que el autor de este salmo sea un levita exiliado entre los gentiles, un líder de la adoración que dirigió grupos de peregrinos a Jerusalén para la celebración de algunos festivales. Al verlo lejos de su tierra natal, de su templo y de su Dios, los gentiles le oprimían y le cuestionaban su fe constantemente: «¿Dónde está el "Dios vivo y verdadero" al que ustedes adoran? Tal parece que "YHWH", el Dios de Israel, es otro ídolo más, una farsa».
Ahora bien, debemos ser honestos en admitir que ningún creyente en la historia ha sido exonerado de las pruebas ni ha tenido una vida cristiana fácil. Las tribulaciones son reales, cotidianas, múltiples y tenaces. Somos tentados espiritualmente a muerte por el ‘príncipe de las tinieblas’ y sus huestes infernales de maldad. Somos fascinados por las multicolores atracciones de este mundo pasajero y perverso, que nos distraen de los sabios propósitos de Dios para nuestras vidas. Somos atraídos empecinadamente hacia el pecado por nuestro viejo hombre caído y tendencioso al mal. Por esas razones nuestros vecinos y parientes a menudo dinamitan nuestra fe con la pregunta: «¿Dónde está ese Dios tuyo?».
Pero el creyente debe confiar en el Señor y ser paciente, no ser miope a la hora de interpretar las circunstancias, sino tener la visión completa del avance del reino en este mundo. Alfonso de Huertas escribió: «Vivimos en un mundo de urgencias y de ansiedades. Dios es dueño de todo el mundo y de todo el tiempo. Nunca dejaron de cumplirse sus promesas. Nunca el dolor tuvo la victoria final. La paciencia no es mera resignación, sino la capacidad de ver la luz eterna detrás de las nubes temporales».
Así que cuando te pregunten: «¿Dónde está ese Dios tuyo?». Respóndeles sin titubear: «Mi Dios está vivo y en control de los hilos de mi historia. Yo soy amado, bendito y formo parte de un gran proyecto celestial y trascendente. Las circunstancias temporales son como esas nubes temporales, me inquietan momentáneamente, pero los planes grandiosos y eternos de Dios escritos en su Palabra, me inspiran fabulosamente.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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