LA AUTORIDAD MORAL
"Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás" (Mateo 4:10).
Jesús se sometió de manera voluntaria a las Escrituras, las reconoció como las palabras de su propio Padre e instó a sus discípulos para hacer lo mismo. No hay ningún ejemplo en los evangelios en el que se muestre a Jesús contradiciendo o desobedeciendo sus mandamientos.
Satanás tentó en tres ocasiones a Jesús en el desierto, pues quería confundir su identidad, desviarlo de su misión y que desobedezca a Dios quebrantando la Ley; pero Él lo confrontó con la frase "escrito está", citas extraídas del libro de Deuteronomio capítulos 6 y 8. El hecho de que estuviera escrito en la Ley era suficiente para que Jesús lo creyera y lo obedeciera.
La Biblia fue el satélite moral al cual estaba sintonizado el GPS (Sistema de Posicionamiento Global) de Jesús. Jesús no huyó de Satanás, ni le respondió con citas de los grandes filósofos griegos, ni recurriendo al consejo de su propia conciencia. Jesús caminó moralmente a la luz de las Escrituras: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino" (Salmos 119:105).
Si en la actualidad un padre quiere enseñar a su hijo que la Biblia es la autoridad moral, que ordena o prohíbe hacer o no hacer tal o cual cosa, y si el hijo le responde con la pregunta "¿por qué debo obedecer a la Biblia?", la respuesta será que Jesús mismo se sometió a la autoridad de las Escrituras en materia de fe y de conducta moral. El que no sitúa a la Biblia como la guía moral en su mente, andará desubicado moralmente.
—Carlos H. Suárez F.
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