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DIOS SABE LO QUE NOS CONVIENE



"En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás" (2 Reyes 20:1).

En el reino de Judá se dieron cuatro avivamientos inspirados por los reyes Asa, Josafat, Ezequías y Josías. Ezequías promovió grandes reformas y ejecutó lo bueno, recto y verdadero delante de Dios. Un día Ezequías enfermó y Dios le mandó poner su hogar en orden porque iba a morir. Ezequías le clamó a Dios que le conservara la vida y Dios le dio 15 años más.

Pero Ezequías no correspondió al bien que Dios le hizo y se enalteció su corazón, por lo que vino la ira de Dios contra él, contra Jerusalén y contra Judá. Pero Ezequías se humilló de corazón y también los moradores de Jerusalén, y no vino sobre ellos la ira de Dios en los días de Ezequías.

En esos 15 años extras de vida, Ezequías cometió el craso error de mostrarle los tesoros de su casa y de todos sus dominios a Merodac-baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, reino que una generación más tarde saquearía todos los tesoros de Jerusalén. Y fue en ese tiempo que Ezequías engendró a su hijo Manasés, un idólatra, corrupto y sanguinario, quien reinó sobre Judá por 55 años y le sucedió su nieto Amón, quien también hizo lo malo delante de Dios, igual o peor que su padre Manasés.

Así que ahora nos preguntamos: ¿quién sabe lo que es mejor y lo que nos conviene, Dios o nosotros mismos? Si Ezequías hubiera aceptado la buena voluntad de Dios para su vida, se hubiera ido en paz, su nombre hubiese sido recordado con honra y dignidad y no hubiese dejado dos descendientes perversos para gobernar a su pueblo. Es mejor morir en la voluntad de Dios que vivir fuera de ella. El éxito en la vida no consiste en tener una vida larga, sino vivir cada día en el centro de la voluntad de Dios.

—Carlos H. Suárez  F.

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