AIRE
"¡Todo hombre pasa como una sombra! De nada le sirve amontonar riquezas, pues no sabe quién se quedará con ellas" (Salmos 39:6 DHH).
El pasado miércoles 18 de marzo falleció en la ciudad de Lisboa, António Vieira Monteiro, de 73 años, tras contraer SARS-CoV-2. Desde el 2012 ocupó el puesto de presidente del Consejo de Administración del Banco Santander en Portugal. Monteiro y su familia fueron puesto en cuarentena a principios de marzo después de un viaje vacacional a Italia y estuvo por más de una semana en cuidados intensivos en el hospital de San José.
Antonio Vieira Monteiro fue un gran profesional, un gran líder, que dedicó toda su carrera a la banca y, finalmente, se convirtió en la segunda víctima de Covid-19 en el país. Su hija escribió en su cuenta de Twitter: "Somos una familia millonaria, pero mi papá murió solo y sofocado, buscando algo tan simple como el aire. El dinero se quedó en casa".
Las riquezas de Vieira pudieron pagar un viaje con sus hijos a una estación de esquí italiana a finales de febrero aprovechando las fiestas de carnaval, pero no pudieron pagar un sorbo más de aire cuando más lo necesitó, así de ilusorias y vanas son las riquezas. Reconoce que eres como uno de esos muñecos inflables, que si Dios dejara de soplar su aliento de vida sobre ti, simplemente caerías desplomado.
Todos los días estrenas uno que equivale a 86 mil 400 segundos de bendición pura. Familia, trabajo, amigos, estudios y deportes son importantes, pero Dios es tu prioridad. Pon tus riquezas al servicio de Dios y de los demás, pero jamás te conviertas en un esclavo de ellas.
—Carlos H. Suárez F.
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