SUSANA WESLEY
“Los encantos son una mentira, la belleza no es más que ilusión, pero la mujer que honra al Señor es digna de alabanza” (Proverbios 31:30 DHH).
En una combinación de opiniones expertas y votación del público, la prestigiosa revista británica, BBC History, elaboró el listado de las cien mujeres que cambiaron el mundo. Los primeros doce nombres fueron los siguientes: Marie Curie, Rosa Parks, Emmeline Pankhurst, Ada Lovelace, Rosalind Franklin, Margaret Thatcher, Angela Burdett-Coutts, Mary Wollstonecraft, Florence Nightingale, Marie Stopes, Leonor de Aquitania y María, la madre de Jesús de Nazaret.
Las mujeres nominadas vivieron en diferentes épocas, de diferentes países y se dedicaron a la política, la ciencia, las artes, los negocios y los deportes. Lady Diana aparece en lugar número 15, Teresa de Calcuta en el lugar número 20 y Gabriela Mistral en el lugar número 50. Sin embargo, creo que la lista no sería justa ni estaría completa sino consideramos a Susana Wesley como una verdadera heroína de la fe cristiana, que con la educación moral y espiritual que le inspiró a sus hijos cambió el carácter y la historia del Reino Unido.
Susana nació en Londres en 1669 y murió en 1742. Fue una mujer inteligente y apasionada por los estudios, puesto que siendo muy joven aprendió griego, latín y francés. Tuvo 19 hijos de los cuales 10 lograron sobrevivir. Dos de ellos fueron John y Charles Wesley, siendo el primero el hombre que Dios usó para cambiar el carácter de toda una nación más que cualquier otra persona en su generación, y evitó que su país sufriera una revolución tan infame como la sufrió Francia. Susana nunca predicó un sermón, ni publicó un libro, ni fundó una iglesia, pero es conocida como “la madre del metodismo”, porque sus hijos aplicaron el ejemplo, las enseñanzas y las circunstancias de la vida hogareña.
A menudo la maternidad es menospreciada, pero según la Escritura, las madres realizan el trabajo más importante, trascendente y sublime de todos, porque “la mano que mueve la cuna mueve al mundo”. Es en medio de los arrullos, los consejos, las enseñanzas, la inspiración y la corrección de una madre, donde se forjan los hombres y las mujeres de valor, que transformarán la sociedad en un devenir promisorio y un futuro en paz. Todos los demás entes vivos y activos de la sociedad, como ser los esposos, los maestros, los policías, los empresarios y el gobierno, debiéramos apoyar, proteger, complementar y enriquecer ese noble proceso.
-Carlos H. Suárez
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