LA META SUPREMA
"Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (Filipenses 1:21).
¿Cuál es la meta suprema en tu vida? ¿Quién es aquella persona, o aquel proyecto, o aquella actividad que te levanta cada mañana? Pues el apóstol Pablo tenía resuelta esa cuestión en Filipenses 3:7-10: “…por amor de Cristo” (v.7), “…por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús” (v.8a), “…para ganar a Cristo” (v.8c) y “…a fin de conocerle” (v.10).
En otras palabras, el objetivo esencial para Pablo a corto, mediano y largo plazo, no eran proyectos, era una persona: ¡Cristo! Desde su encuentro personal con Cristo en las afueras de Damasco, Cristo era el quicio sobre el cual giraba su agenda diaria. Pablo quería predicar el evangelio en los lugares más recónditos del imperio y fundar tantas iglesias como sea posible, sin embargo, su propósito primordial era aún más sublime: amar, conocer y ganar a Cristo.
Ahora bien, todos podemos trazarnos buenos planes para este 2020, pero ninguna de estas intenciones se compara con conocer más a Cristo y permitir al Espíritu Santo que continúe transformando de gloria en gloria nuestro carácter, conforme a la semejanza del carácter de Jesucristo.
Para el apóstol Pablo, Cristo lo era todo: “…por amor del cual lo he perdido todo y lo tengo por basura” (v.8). Así que Pablo nos enseña una gran verdad: esforzarse en conseguir nuestras metas terrenales es ir tras la excelencia, pero dedicarse a conocer más a Cristo es ir tras lo supremo. La principal meta de todo cristiano, todos los años, todos los meses y todos los días, siempre deber ser Cristo.
-Carlos H. Suárez
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