LA BANDERA ROJA
"¿Saben por qué hay guerras y pleitos entre ustedes? ¡Pues porque no saben dominar su egoísmo y su maldad!" (Santiago 4:1 TLA).
La guerra es el rompimiento de la paz por la disputa continua y tenaz de un territorio entre dos bandos. La primera guerra ocurrió en el cielo, cuando Satanás quiso usurpar el trono de Dios, arrastrando tras de sí a la tercera parte de los ángeles. Luego la guerra se trasladó a la tierra, y el objetivo en disputa fue el corazón del hombre. El hombre desobedeció a Dios y pecó en su corazón. Así que, del corazón del hombre, la guerra en toda su magnitud se expandió a todo lugar y a todo nivel. Desde entonces, la paz mundial es sólo una quimera.
La bandera roja se ha izado por primera vez el pasado 4 de enero de 2020, en la cúpula de la mezquita de Jamkarán, Irán. En la tradición chiita simboliza la sangre que ha sido derramada y un llamamiento a la venganza de la persona asesinada. Esto ocurrió después de ser anunciada la muerte del general Qasem Soleimani. Irán y sus aliados parecen haber declarado la guerra a los Estados Unidos y sus aliados, otra guerra más a las que están en proceso en la región: la guerra contra el Estado Islámico, la guerra civil yemení, la guerra civil siria y el eterno conflicto palestino-israelí.
Los pueblos beben la paz en pequeños sorbos y muy ocasionalmente. La guerra está viva y activa diariamente en el hogar, la junta vecinal, los compañeros del aula o del sindicato, los negocios, la política, los deportes, el arte y la iglesia; porque donde hay seres humanos hay una constante bandera roja que anuncia guerra, ya que el hombre lleva en sí mismo la semilla de la guerra. La paz mundial es una ilusión y cualquier sistema de gobierno que la proponga es utópico. La paz sólo se puede obtener a nivel personal, cuando el ser humano reconoce su condición inmoral y deposita su fe en Jesucristo para el perdón de sus pecados. Jesús, dijo: “Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo” (Juan 14:27 NTV).
La paz que da Jesucristo es una paz que supera todo lo que podemos entender. La paz que da Jesucristo es la paz con Dios por haber sido perdonado de todo pecado y haber sido aceptado en la familia de Dios. Esta paz no significa la ausencia de problemas, enfermedades y persecuciones, sino una luz que brilla en la oscuridad de la noche y una quietud del alma en medio de las tormentas circunstanciales de la vida cotidiana. Esta paz es gratuita y está al alcance de una oración de fe: “Padre, reconozco que soy pecador y que he administrado mi vida mal. Perdóname y hazme uno de tus hijos. Por fe recibo la paz y el regalo de la vida eterna. Enséñame a vivir conforme a tus propósitos. Amén”.
-Carlos H. Suárez
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