EL AÑO DE LA RATA
"Tú inicias el año nuevo con una cosecha fabulosa; tus nubes derraman abundancia. La pradera del desierto grita de alegría, las colinas se visten para la celebración. Multitudes de ovejas son su vestido y se cubren los valles de trigo, todos ellos cantan y gritan de alegría" (Salmos 65:11-13 PDT).
Ayer, 25 de enero, comenzó formalmente el nuevo año lunar chino número 4718, "El año de la rata" o "Festival de la primavera", una de las mayores fiestas donde los chinos se reúnen en familia, preparan platos tradicionales especiales, intercambian tarjetas y regalos, celebran con fuegos artificiales y lucen en sus prendas el rojo en búsqueda de la buena suerte. Contrario a la tradición occidental, el comienzo del año en China no se determina por el movimiento del Sol sino por los ciclos de la Luna.
"La rata de metal" es el primero de los doce signos zodiacales chinos. Valiente, inteligente, saludable y prudente, la rata es portadora de abundancia. Es el animal del horóscopo chino más intuitivo, astuto y audaz. La rata comparte varias semejanzas con el signo sagitario de Occidente: es directa, sincera, también muy ingenua, pero más trabajadora y ahorradora.
Para este 4718, estaban previstos más de tres millardos de viajes en la región asiática. Sin embargo, con la aparición del coronavirus en Wuhan, que ha costado la vida de 56 personas y un millar de contagios hasta el momento, este número disminuyó drásticamente y la mayoría de las celebraciones se cancelaron.
Los chinos son un ejemplo para el mundo entero en muchas áreas: el trabajo tesonero, el ahorro familiar constante, la planificación diligente, la edificación de mega estructuras imponentes y el uso de tecnología innovadora y eficaz en sus centros de producción, pero pensar que las figuras estelares zodiacales tienen que ver con nuestra prosperidad y felicidad es de locos. El Salmo 65 enseña que es Dios en su gracia y misericordia quien bendice a nuestra familia, fertiliza y hace producir nuestros campos y prospera nuestros negocios e industrias, y no las estrellas. A Dios sea la gloria y a Él debemos darle las gracias por todo.
-Carlos H. Suárez F.
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