AGRADECIDOS
"...y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias; y éste era samaritano" (Lucas 17:16 LBLA).
Jesús sanó a diez leprosos y sólo uno regresó a postrarse en adoración y darle las gracias, y para colmo, éste era samaritano. ¡Imagínense tamaña ingratitud! Estas palabras resonaron como una bofetada en el rostro de los escribas y fariseos hipócritas, porque Jesús "A lo suyo vino y los suyos (judíos) no le recibieron" (Juan 1:11).
Simón Bolívar, el hombre que liberó cinco naciones sudamericanas y pasó sus últimos días en la pobreza y el olvido, dijo con justa razón: "La ingratitud es el crimen más grande que los hombres pueden atreverse a cometer".
La ingratitud produce dos enfermedades en el alma: el engreimiento y la amargura. La persona engreída es soberbia y altanera, y cree que todos le deben pleitesía. El amargado poco a poco se pudre interiormente, no le halla sabor a la vida, porque su entendimiento está entenebrecido y no es capaz de ver el bien y la belleza a sus alrededor.
Por el contrario, el agradecimiento produce humildad y contentamiento. Pablo recomienda: "...den gracias a Dios en toda situación" (1 Tesalonicenses 5:18 NVI). Antes de quejarte o amargarte por una situación adversa, alaba a Dios y dale gracias por las diez situaciones favorables que te ha dado. Dios no tiene trato con el ingrato, por eso tú, vive alegre y bendecido como el samaritano agradecido.
-Carlos H. Suárez
Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Junio 29, 2019
2 Crónicas 24-25
Hechos 8:1-25
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