IN MEMORIAM DE JULIO MELGAR
“Jesús lloró” (Juan 11:35).
Jesús no lloró por Lázaro pues sabía dónde estaba. Lloró de ver la tristeza y la desesperanza en Marta y María, una familia que amaba. El salmista dijo palabras semejantes: “Al Señor le conmueve profundamente la muerte de sus amados” (Salmos 116:15 NTV), no le conmueven sus amados porque sabe a dónde van, sino la muerte de ellos. Ayer, Dios lloró y se conmovió profundamente, al ver el dolor y el vacío que dejó en su familia y en sus amigos, la muerte de nuestro hermano en Cristo, Julio Melgar.
Julio Melgar, pastor y cantautor cristiano guatemalteco, nació en Escuintla el 16 de octubre de 1972 y falleció ayer viernes 19 de abril de 2019. Y es que, a través de la historia, la muerte sigue siendo como el viejo predicador que proclama la finitud del ser humano. La muerte es como el viejo peregrino, tozudo y aciago, que por doquiera va, siembra silencio y oscuridad.
Para hablar de la muerte, indefectiblemente tenemos que remontarnos al Edén. El pecado entró en el mundo por Adán, y por el pecado la muerte (Romanos 5:12). Adán pecó y sus células empezaron a morir, hasta que 930 años después completaron el proceso (Génesis 5:5). Así que, la muerte es un paseo inexorable desde la maternidad hasta el cementerio, puesto que, desde que somos concebidos empezamos a morir.
Ahora bien, la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2). Por lo tanto, la muerte del creyente no es una tragedia ni una pérdida. La Biblia enseña que para el que tiene fe en Dios, la muerte es una bendición extraordinaria. El apóstol Pablo dijo: "Si vivo, quiero hacerlo para servir a Cristo, pero si muero, salgo ganando" (Filipenses 1:21 TLA). ¡Julito ha ganado!
Para Julio Melgar, ayer fue un día glorioso, un día de victoria, pues está en la presencia misma de Jesús, en quien creyó como Señor y Salvador y a quien sirvió fielmente hasta el último suspiro. Hoy su rostro luce radiante tal nunca lució aquí en la tierra, su cuerpo está completamente sano: su voz está nítida para cantarle a su Dios por la eternidad, y su corazón rebosa de exuberante gozo al danzar en medio del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (pericoresis). Nada ni nadie podrá tentarlo ni hacerle daño jamás.
La dicha de estar cara a cara con Cristo y disfrutar del resto de las delicias del cielo, le impiden a Julio extrañar ni un ápice su paso por este planeta. El día y la hora de la muerte de Julio estaba establecida y nada ni nadie podía cambiarla: "¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida?" (Mateo 6:27 LBLA). El siervo de Dios que camina en sus propósitos es inmortal, hasta que ha terminado su ministerio en esta tierra. Ayer, nuestro hermano Julio terminó su ministerio en la tierra. Por eso debemos aprender a orar como nos enseñó Jesús: "...pero no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lucas 22:42).
Y tú, ¿estás preparado para tu encuentro con Dios? ¿Han sido lavados tus pecados en la sangre del Cordero? Si la muerte visitara tu hogar esta semana, ¿estás seguro de que tu nombre ya está escrito en el Libro de la Vida?
-Carlos H. Suárez
Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Abril 20, 2019
1 Samuel 8-9
Lucas 16:1-18
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