EL "COCO" YA NO ASUSTA
“Ahora que estamos unidos a Cristo, somos una nueva creación. Dios ya no tiene en cuenta nuestra antigua manera de vivir, sino que nos ha hecho comenzar una vida nueva” (2 Corintios 5:17 TLA).
Marvin Erwin Velásquez Castellanos creció en la Quinta Samayoa de la Ciudad de Guatemala. Aunque fue un niño amado y consentido, su comportamiento era soberbio, rebelde y agresivo. Desde muy temprana edad se dedicó a toda clase de vicios, pero todavía logró cerrar la carrera de Auditoría en la Universidad de San Carlos (USAC).
Fue entonces cuando su vida se descontroló totalmente, emborrachándose, drogándose y asaltando para mantener sus vicios. Su familia, a quienes ya les había robado bastante, lo echó de la casa y comenzó a vivir en las calles, convirtiendo en sus áreas de acción las zonas de El Trébol, El Guarda y la Avenida Bolívar, donde le pusieron el apodo de “Coco”, por mentiroso, manipulador, abusivo, sinvergüenza y ladrón.
Su salud se deterioró rápidamente y su vida corría peligro, se destrozó el tabique nasal de tanto inhalar cocaína y luego pasó a fumar crack. En las calles recibió varios impactos de bala, varios machetazos, varias puñaladas, e incluso una vez trataron de degollarlo, todavía tiene las marcas en su cuello. Así que tuvo que deambular por varias ciudades, delinquiendo para sostener sus vicios, hasta que terminó como “charamilero” (mendigo, pordiosero), durmiendo en el lavadero del tanque público “El ojo de agua” en Escuintla.
Con cien libras de peso y convertido en una piltrafa humana, el “Coco” regresó a su casa donde encontró a sus padres muy enfermos y en sillas de rueda. Se le pidió que los cuidara, pero a los tres años volvió a los vicios con más fuerza. Se volvió cínico y robaba el dinero de las medicinas de sus padres para drogarse; vociferaba, maldecía y golpeaba a sus padres, intimidándolos y atemorizándolos, hasta que lo metieron preso en el Preventivo de la Zona 18, por maltrato a sus progenitores.
En una audiencia con el juez, éste le dijo: “Por todo lo que usted ha hecho a sus padres y a la sociedad, merece pudrirse en la cárcel”, y tenía razón. Pero los planes de Dios eran otros. Al cabo de unos meses en prisión, conoció a Jesús como su Salvador y su vida cambió radicalmente. Ese hombre que usaba sus manos para agredir y su lengua para insultar y maldecir, ahora usaba sus manos para trabajar y su lengua para enseñar y animar a otros.
El “Coco” salió de la cárcel mucho antes del tiempo de su condena, y cuidó con amor y consideración a su padre hasta la muerte y actualmente cuida con amor y ternura a su madre. Continúa en las calles, pero ya no para drogarse y robar a los transeúntes, sino para animar a los borrachos, drogadictos, prostitutas y charamileros a creer en Jesucristo. Se dedica a dar conferencias en los alcohólicos y neuróticos anónimos, llevando fe y esperanza a sus almas cansadas y sedientas de perdón y de paz.
El “Coco” ya no asusta, pasó 25 años viviendo perdidamente, pero fue encontrado. Hoy es un trofeo de la gracia de Dios y un testimonio elocuente de la nueva vida en Cristo. Esta mañana lo vi, lo escuché y lo abracé, porque es mi hermano en Cristo. Y así como Jesús transformó la vida de “Coco” de manera gratuita y sin pastillas, puede transformar la tuya también. Lo que para el hombre es un gusano, para Dios es una mariposa.
-Carlos H. Suárez
Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Abril 24, 2019
1 Samuel 17
Lucas 18:18-43
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